La sensación del final fue la que suele verse cuando la desesperación le gana a la calma. Pero tiene mucho de lógica, por lo visto antes. En ese tramo del cierre, hubo imprecisiones y desorden pero hubo, además, ganas locas de ganarlo. Y eso vale.
Muchas veces la última imagen es la que se impone, la que queda impregnada en la mente. Sin embargo, el partido de Argentina merece la pena hacer el ejercicio del análisis.
Primero, porque se vio sorprendido por un equipo que vino a equilibrar el desarrollo veinte metros más arriba de lo intuido. Segundo, porque esa propuesta de Paraguay se capitalizó con el exquisito penal de Ángel Romero.
Y tercero, porque el seleccionado nacional reaccionó.
Lo hizo pensando y entendiendo el camino, a partir de la media hora de juego. Ese entendimiento lo consolidó como superior y merecedor del empate incluso antes del cabezazo de González, el centrodelantero devenido en latetal izquierdo de Scaloni.
Cuando culminó el primer tiempo el alivio fue guaraní, porque la pelota, el terreno y las aproximaciones eran argentas.
El complemento tuvo menos vértigo porque la visita no atacó, casi. No pudo y no supo. Ese tiempo fue de dominio local, con circulaciones precisas, con triangulaciones en ambos laterales, con defendores que se plantaron a mucha distancia de Armani y con profundidad, más allá de que la tecnología haya callado un festejo de preciosa construcción.
Argentina encontró pases donde no había espacio, asumió el protagonisto con diferentes intérpretes, buscó resquicios donde no los había y estuvo cerca de ganarlo un par de veces.
Hay muchos nombres que tienen valentía para sobrellevar una derrota parcial y carácter para jugar.
A veces los merito alcanzan para merecer y otras para ganar. Lo valioso es que existan. Ese es detalle más importante en un partido que luego del sin sabor de no haber ganado dejará cosas positivas para seguir creciendo.
Hay presente, hay variantes y hay futuro. No es tiempo de concluir ni de desesperar por un resultado.
Argentina trasmite lo que busca y eso invita a creer.