La economía china es la gran ganadora de la crisis sanitaria, y es en primer lugar estas líneas de montaje que retomaron sus actividades la primavera pasada. A principios de abril, China volvió a convertirse en el "taller del mundo". Sus fábricas recogían a los trabajadores en autobuses de las provincias en las que habían quedado atrapados por el virus, mientras que la neumonía viral ralentizaba los traslados a los países del sur y el sudeste asiático con menores costes laborales.
China también aprovechó el papel ampliado en el comercio mundial que le permitió la pandemia, como lo demuestran las cifras de la aduana este jueves. El "quedarse en casa”, las restricciones de movimiento y la necesidad de protegerse han alimentado el crecimiento de las exportaciones chinas. Las exportaciones de mascarillas y equipo de protección han aumentado en un 31% en un año, pero también las de productos electrónicos para consumidores confinados en todo el mundo. El resultado: un superávit comercial récord de 62.000 millones de euros en noviembre.
La economía china está triunfando en todos los frentes. También ha reforzado su posición en los mercados financieros, a pesar de las barreras arancelarias de Donald Trump. El crecimiento mundial sigue dependiendo hoy más que nunca de China.
Sin embargo, este modelo tiene sus límites y todavía hay un largo camino por recorrer para alcanzar a los Estados Unidos. El envejecimiento de la población de China, un sector privado limitado por el Estado y la creciente deuda son factores que podrían retrasar al país en su carrera por convertirse en la primera potencia económica del mundo.
Fuente: RFI