Según la Casa Blanca, más del 50% de los estadounidenses adultos ya están completamente vacunados, mientras que más del 60% recibió al menos una dosis. Ahora, el próximo objetivo del Gobierno de Joe Biden es cumplir con su promesa de alcanzar una tasa de vacunación del 70% antes del 4 de julio. Es una fecha festiva en EE.UU. porque se recuerda la independencia.
“Ahora, cuando queda otra semana en mayo, la mitad de todos los adultos estadounidenses están completamente vacunados”, publicó Andy Slavitt, el asesor principal de la Casa Blanca para el COVID-19, en su cuenta de Twitter.
Actualmente, hay tres vacunas disponibles en EE.UU.: las de Pfizer y Moderna, que requieren dos dosis y la de Johnson & Johnson, que solo necesita una. En total, ya se administraron más de 287 millones de unidades y casi el 40% de toda la población está completamente vacunada.
Como resultado de estas increíbles cifras, los contagios en EE.UU. se redujeron significativamente. En la última semana, el promedio de nuevos casos diarios rondó en los 22.000, la cifra más baja desde junio. En enero llegó a haber 300.000 casos por día.
Gracias a esta eficiente campaña de inoculación, la sociedad comienza a adaptarse a la “nueva normalidad”. El pasado fin de semana, en un partido de la NBA en el emblemático Madison Square Garden, las gradas y los fanáticos se dividieron en dos secciones: una para espectadores vacunados, donde pudieron sentarse sin distancia ni mascarillas, y otra para las personas que aún no fueron inoculadas, donde hubo varias butacas vacías para separar al público.
Sin embargo, pese a las buenas noticias, una gran parte de la población es reacia a inocularse. El domingo, Rand Paul, senador republicano, dijo que no se vacunará:
“Acabo de tomar mi propia decisión personal de no vacunarme, porque ya tuve la enfermedad y tengo inmunidad natural”.
Según diversos sondeos, el 25% de los norteamericanos no quiere inocularse. Esto se debe, principalmente, a motivos políticos. Por ejemplo, el ala más dura del Partido Republicano considera, al igual que su líder Donald Trump, que el Coivd-19 no es una enfermedad grave.
Lejos de ser un tema individual o menor, los expertos creen que, si hay sectores amplios de la sociedad que no se inoculan, la “inmunidad de rebaño” podría no alcanzarse.
Fuente: El Economista