La bajante del río Paraná tiene en alerta al sector agropecuario, al ambiente y a la ciudad de Rosario, donde se registró ayer una merma en el caudal de -24 centímetros (debajo del nivel del mar). En medio de la falta de previsión de lluvias, técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) lanzaron un plan en articulación con el sector público y privado para determinar los impactos productivos y ambientales de la bajante extraordinaria.
La falta de precipitaciones en la Cuenca del Plata está prevista que siga hasta al menos fines de septiembre y principios de octubre; con este panorama se cree que los niveles récords registrados en 1944 en el Paraná podrían repetirse. Desde el INTA sostienen que la crisis del Río no solo es grave por lo pronunciado de la bajante, sino también por su prolongación en el tiempo.
Según explicaron, en pocas semanas se inicia la tercera primavera en situación de bajante y los efectos e impactos no solo se observan sobre el cauce, sino que se propagan en lo profundo de los territorios aledaños al río. En esa línea, el experto agregó que “no solo deben recuperarse los niveles hídricos de todos los reservorios naturales y de las represas en cuenca alta, sino también el nivel de reserva de agua en el perfil del suelo de cinco estados del Brasil en situación de sequía histórica”.
Por otro lado, el Instituto Nacional del Agua (INA) estima que el río en Santa Fe alcanzaría sus niveles más bajos de la historia a fines de septiembre. Ante este panorama, el Gobierno nacional publicó un decreto en el Boletín Oficial en el que declara el estado de emergencia hídrica por los próximos 180 días en las provincias de Formosa (norte), Chaco (norte), Corrientes (noreste), Santa Fe (centro-este), Entre Ríos (este), Misiones (noreste) y Buenos Aires (este), al verse afectadas por la bajante histórica del río Paraná.
El impacto productivo
Los principales impactos productivos se pueden dar en la ganadería de islas, bajos y de áreas de ribera afectadas por la baja disponibilidad y calidad del forraje, así como por la falta de agua para bebida, los problemas en la captación de agua por las arroceras; también afecta a la apicultura dado el impacto en la floración de especies nativas o por la aparición de especies invasoras, la pesca comercial y la artesanal, y demoras para el traslado de madera en zonas del Delta.
La situación de la caída en el caudal del río Paraná viene en constante agravamiento. Por esa vía se despacha el grueso de las exportaciones argentinas, de los cuales USD 20.000 millones corresponden a los envíos de productos provenientes de la agroindustria, pero el sector exportador comienza a reflejar serios problemas para el embarque de mercaderías. Esta situación trae aparejado consigo un aumento de los costos de logística: transporte e industriales, calculado en USD 315 millones hasta finales del mes próximo, según las estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Es que el bajo calado del complejo portuario de Rosario obliga a las naves a completar su carga en otros puertos o recurrir directamente a otras terminales. Esta alternativa hizo posible que las exportaciones de maíz desde el puerto bonaerense aumentaran hasta la fecha en 300.000 toneladas.
De acuerdo con Alejandro Longo, director del Centro Regional del INTA de Santa Fe, en lo puntual, “los principales problemas son ambientales y productivos y tienen similitud con la mayoría de las zonas del país afectadas por la sequía”, explicó. A nivel productivo, dijo, que se reportaron problemas con el cupo de cargas portuarias ya que la producción de cultivos (soja, maíz, sorgo) y de carne de la provincia, que sale del puerto de Rosario.
“Actualmente, los barcos no cargan su capacidad total. Más allá de las pérdidas de divisas ocasionadas, a nivel provincial afecta la actividad de productores y transportistas”, subrayó Longo. Por otro lado, explicó que la escasez de agua genera inconvenientes en la ganadería de la isla. “La menor disponibilidad provoca inconvenientes para que los animales accedan a los cursos de agua para beber”, indicó.
Los problemas de la bajante del río Paraná y la fuerte sequía no son solo productivos, también hay impactos ambientales como el incremento del riesgo de incendios de pastizales dadas las condiciones ambientales que favorecen su propagación, la afectación de la biodiversidad tanto de la flora como la fauna y la dinámica de los humedales abastecidos por el afluente.
Fuente: Infobae