Los comicios de este domingo determinarán la composición del Congreso para los próximos dos años del gobierno del presidente Alberto Fernández, que pone en juego su mayoría parlamentaria frente a una oposición que quiere tener un margen mayor para marcarle la agenda y consolidarse para 2023.
Las 24 jurisdicciones del territorio nacional irán a las urnas para renovar 127 bancas de la Cámara de Diputados de las 257 que integran el pleno, mientras que ocho distritos (Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Tucumán, Catamarca, Mendoza, Chubut y La Pampa) elegirán 24 senadores nacionales, un tercio de la Cámara alta.
En ese contexto, el Gobierno arriesga el control que tiene hoy sobre el Congreso, donde el Frente de Todos es primera minoría de la Cámara de Diputados y mayoría en el Senado, lo que le permite manejar las comisiones más importantes, incluidas la bicamerales que fiscalizan áreas y temas institucionalmente sensibles, como el Ministerio Público Fiscal o las gestiones por la deuda externa.
Actualmente, la bancada oficialista es la más numerosa de Diputados con 119 escaños, lo cual no le otorga la mayoría de 127 para tener quórum pero le permite superar a los 115 legisladores de Juntos por el Cambio y, mediante acuerdos con bloques provinciales independientes, imponerse en muchas votaciones. En este turno electoral el Frente de Todos arriesga 51 de sus 119 bancas mientras que Juntos por el Cambio pone en juego 60 de sus 115 y, en ese contexto, aspira a quedar en situación de empate si es que no logra ubicarse como primera minoría, por arriba del oficialismo.
En es escenario, la principal coalición opositora podría reclamar la presidencia de varias de las comisiones más importantes de la Cámara baja (Presupuesto y Hacienda, Economía, Asuntos Constitucionales, Legislación General) y forzar una negociación con el oficialismo en la que, de mínima, conseguirían más lugares.
Por otra parte, en el Senado, el Frente de Todos pone en juego 15 de las 41 bancas que le permiten actualmente manejar con comodidad la agenda y los tiempos en la Cámara que conduce la vicepresidenta Cristina Kirchner, mientras que el interbloque opositor arriesga 9 de sus 26 escaños.
Aquí el desafío para el oficialismo es retener la mayoría que se alcanza con 37 votos y para la oposición es a la inversa, dado que su objetivo es que la bancada del Frente de Todos caiga por debajo de ese número. Por ello, Juntos por el Cambio quiere ganar en al menos seis de las ocho provincias que eligen senadores nacionales, como ocurrió en las PASO de septiembre, dado que de esa manera el oficialismo quedaría con 35 escaños.
Ese eventual escenario dejaría al Frente de Todos en la obligación de buscar el acompañamiento de dos senadores extrapartidarios para alcanzar el quórum, como son el rionegrino Alberto Weretilneck y la misionera Magdalena Solari Quintana. Y es que el resto de los senadores que están por afuera de la polarización corresponden al Interbloque Federal, que suele oponerse a las iniciativas del Gobierno y apoyar a Juntos por el Cambio en las votaciones.
De esta manera, las elecciones legislativas podrían configurar un escenario en el que la oposición lograría mayor injerencia en la definición de la agenda pública que pasa por el Congreso, aunque con el riesgo latente de una eventual falta de acuerdo entre oficialismo y oposición paralice directamente los temas que promueve el Gobierno en el Congreso.