El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, defendió la criminalización legal del comunismo, al repudiar la apología del nazismo realizada esta semana en un famoso programa de las plataformas digitales por el conductor y el diputado neoliberal Kim Kataguiri, un exbolsonarista aliado al exjuez y candidato presidencial Sérgio Moro.
Bolsonaro demoró dos días en intervenir en la polémica nacional involucrando a Kataguiri y al conductor, conocido como Monark, del programa Flow, quienes defendieron que Brasil deba tener un partido nazi legalizado como parte de la libertad de expresión, incluso pese a que su presencia implicaría una amenaza para la comunidad judía.
El mandatario aprovechó la condena al nazismo para compararla con el comunismo, una de las ideologías con las que se enfrentó en la Segunda Guerra Mundial, y apoyar el proyecto de su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro, para hacer ilegal al comunismo en Brasil y a los partidos que usan ese nombre.
"Es nuestro deseo que otras organizaciones que promueven ideologías que defienden el antisemitismo, la división de personas en razas o clases y que también diezmaron millones de inocentes en todo el mundo, como el comunismo, sea alcanzada y combatida por nuetras leyes", dijo Bolsonaro en un texto divulgado por sus redes sociales.
Bolsonaro dijo que el nazismo "debe ser repudiado en forma irrestricta, permantente y sin reparos que permitan su reflorecimiento, así como cualquiera otra ideología totalitaria que ponga en riesgo derechos fundamentales como el derecho a la vida y la libertad".
El mandatario de ultraderecha tuvo funcionarios acusados de nazis, como Mario Alvim, secretario de Cultura que debió renunciar luego de hacer un video inspirado en el ministro de Propaganda nazi, Joeph Goebbels.
O el caso del asesor en asuntos externos Filipe Martins, quien fue acusado de hacer un gesto a favor de supremacistas blancos estadounidenses durante una audiencia en el Senado que estaba siendo televisada.
La agenda de ultraderecha de Bolsonaro y sus aliados vencedores en las elecciones de 2018 han permitido la irrupción de sectores que eran marginales del submundo de la política, identificados con el expresidente estadounidense Donald Trump y su estratega político Stephen Bannon.
Bolsonaro posee un discurso anticomunista desde antes de su elección, y durante la pandemia vinculó a esa ideología a las cuarentenas para combatir la transmisión del coronavirus.
El escándalo del presentador Monark le valió que le levantaran el programa y que perdiera todos sus patrocinadoras en el show que se transmite por la exitosa plataforma digital Flow.
Tanto Monark como el diputado Kataguiri están siendo investigados por apología del nazismo por la fiscalía general.
Un pedido para destituirlo por falta de decoro en el Congreso fue presentado por Eduardo Bolsonaro, el oficialista Partido Progresista (PP) y el opositor Partido de los Trabajadores (PT).
El expresidente Luiz Inácio Lula da SIlva, favorito para las elecciones del 2 de octubre, vinculó el escándalo de la reivindicación del nazismo a la negación de la política que ha sido parte del discurso bolsonarista.
"En toda la historia de la humanidad, cuando se niega la política, lo que viene después es siempre peor. Diseminaron desconfianza en todos los dirigentes y eligieron alguien que era diputado hacía 28 años y se vendió como que no era un político. El resultado lo estamos viendo", afirmó el líder del PT.
Según la encuesta Quest divulgada ayer, Lula tiene 45% de intención de voto y Bolsonaro 23 por ciento.
Como todos los rivales llegan al 42 por ciento en total, aumentan las chances de Lula vencer en primera vuelta, algo que ocurrió en la historia del Brasil post Constitución de 1998, solo en 1994 y 1998, cuando el vencedor sin necesidad de balojate fue Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).
Fuente: Telam