No cabe duda que el fútbol es una escuela de valores. Es mucho, muchísimo más que once tipos corriendo atrás de una pelota. Santiago Mele, arquero uruguayo de 24 años que llegó a Unión en este 2022, entiende a la perfección que dar sin esperar nada a cambio ayuda a construir un mundo mejor.
Mele se inició en Fénix de Uruguay, donde debutó en el 2016. Estuvo con la Sub 20 uruguaya, con la que se consagró campeón sudamericano en Ecuador 2017 y llegó a las semis del mundial de Corea del Sur 2017. Ese mismo año fichó por el Osmanlispor de Turquía, que lo cedió al Ankaragücü, donde no tuvo continuidad. Tampoco logró minutos en el Lleida Esportiu del Ascenso español, ni en su regreso al Osmanlispor. Así que en Octubre del 2020 armó las valijas y volvió a su tierra natal para vestir la casaca del Plaza Colonia, desde donde llegó a Unión.
Hoy, el arquero que alguna vez definió al fútbol como: "Un ambiente machista y conservador donde te enseñan a reprimir las emociones", tiene una particularidad: Cuando el arquero de Unión firma con un equipo, exige que el contrato tenga una cláusula destinada a ayudar a los que más lo necesitan. Así, en este mano a mano con Olé, cuenta su historia: como aquellos días sin sumar minutos en el fútbol turco, lo llevaron a crear esta hermosa movida.
- Contanos de qué se trata esa cláusula...
- Es una cláusula que se basa en mis premios por rendimiento. Cada cinco partidos sin recibir un gol, Unión se tiene que comprometer a generar una acción social y, en el momento que se logra el objetivo, deciden a dónde será destinado.
- ¿Y cuándo arrancaste con el proyecto?
- La idea de donar los premios por rendimiento empezó cuando volví de Turquía luego de jugar tres años en el fútbol turco. Estar tan lejos de mi país, mi casa, mis amigos y familia me hizo cambiar muchísimo mentalmente. Sin dudas fue una experiencia que me hizo crecer en muchos aspectos y también darme cuenta qué quería hacer en mi carrera y que no.
¿Cómo fueron esos años que viviste en Turquía?
- Fui a Turquía con ciertos objetivos y me encontré con una realidad distinta. Estuve mucho tiempo sin jugar, solo y lejos de mi familia. Esos momentos de soledad me ayudaron para encontrarme conmigo mismo y darme cuenta que habían cosas que para son prioridades, por ejemplo mi bienestar y felicidad por sobre el negocio. De los tres años que estuve en el exterior, hubo dos que no jugué al fútbol y eso me enseñó que en este deporte no se toma dimensión que la vida pasa por otro lado a veces cuando estás metido en el día a día no te das cuenta. Hace unos años mi felicidad dependía de si jugaba o no. Parece que un partido de fútbol es de vida o muerte pero no es así, en mi caso es mi trabajo, mi identidad y yo soy más de lo que puedo dar como jugador.
- ¿Y siempre fuiste de ayudar al prójimo?
- Ayudar al otro es un gran valor que me enseñaron mis viejos de pequeño. Recuerdo que mi madre me llevaba al “INAU” (Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay) Un centro de niños huérfanos. Mi vieja me llevaba a jugar al fútbol y compartir momentos con esos niños. Por suerte y gracias a dios yo tuve una infancia feliz y nunca me faltó nada, pero la realidad es que no todos podían gozar de ese privilegio.
- ¿Unión fue el primer club en donde implementaste esta cláusula para ayudar a los demás?
- No, esto arrancó cuando jugaba en Plaza Colonia. Por suerte ellos nos dejaron comenzar con esta iniciativa y gracias a eso ayudamos a la selección de amputados de Uruguay, donamos insumos para niños con síndrome de down, los visité y aprovechamos para jugar un rato a la pelota. Con esta acción solidaria se intenta que esos chicos tengan un ratito de distracción y disfruten jugando. Como futbolista y persona me di cuenta que puedo hacer mucho bien con muy poco, aparte es recíproco: yo ayudo a ellos pero ellos, sin darse cuenta, también me hacen mucho bien a mí. Cuando uno dimensiona esta situación, sus problemas terminan quedando chiquitos al lado de los que puede tener esta gente.
- ¿Cómo se adaptó el Tatengue a tu cláusula?
- Cuando llegué a Unión, empezamos a resolver los pormenores del contrato y esta situación estuvo entre las principales cosas que planteamos. Por suerte nos encontramos con una gran institución; Unión es uno de los clubes que más se involucra con acciones solidarias dentro de la provincia de Santa Fe. Por suerte la idea les encantó y ya ayudamos a “Los Búhos”, una escuela de fútbol para ciegos. Dimos con ellos gracias al club, que hizo una investigación para ver en dónde podíamos aportar algo. En base a eso, Unión se encargó de comprar los elementos que necesitaban y fuimos con mis compañeros a hacer entrega de los materiales y ponernos en sus zapatos por un rato. Buscamos hacerlo con más continuidad e independientemente de los resultados. La idea es que se vaya generando un ambiente solidario en todo el club.
- ¿Esto es un incentivo para seguir esforzándote dentro de la cancha?
- Por supuesto, en lo personal esto es muy motivador para seguir esforzándome y saber que por medio de atajar bien, no solo se puede beneficiar al equipo, se le puede hacer bien a mucha gente” Una de las tantas historias de superación dentro del deporte.
Fuente: Óle