El ministro de Seguridad nacional, Aníbal Fernández, estaba en su despacho de la calle Gelly y Obes cuando vio por TV la agresión a Sergio Berni. Aunque hace una larga temporada ya que lo que pesa es frialdad y distancia con quien supo ser su amigo, no dejó de causarle estupor la golpiza y los piedrazos que le dieron los compañeros del colectivero asesinado. Tanto, que en diálogo con Infobae, lo defendió: “Es una locura lo que le hicieron, lo rechazo enfáticamente, es un despropósito, ¿qué responsabilidad tiene él? Es una locura”.
Para Fernández, endilgarle la responsabilidad del crimen al ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires es injusto: “No le podés cargar un hecho determinado a una autoridad que reacciona en función de las capacidades que tiene. La Provincia es grande, no se arregla tan fácilmente. No estoy de acuerdo con las reacciones violentas, lo primero que hay que hacer es no aceptar que 20 tipos agredan así a un funcionario”.
Si bien los hechos de inseguridad son jurisdicción de las fuerzas de seguridad y la justicia locales y el Ministerio de Seguridad nacional no tiene injerencia en las investigaciones ni responsabilidad operativa, Aníbal Fernández manifestó su esperanza de que se detengan a los responsables del episodio que terminó con la muerte del chofer Daniel Barrientos. Pero se permitió dudar de que exista “algo raro” como dio a entender Berni en una conferencia de prensa desde el Hospital Churruca, donde lo atendieron tras la golpiza.
“Vuelvo a mirar esta situación y no hay mucho para explicar, no hay elementos. Por lo que escuché en televisión tienen evidentemente alguien detenido y estarían detrás de las pistas de otros dos. Si se hace investigación profunda conoceremos los motivos porque no tiene razón de ser lo que pasó”, comentó a este medio y, si bien coincidió con Berni sobre la particularidad de las armas utilizadas en el crimen, no le parece un elemento suficiente como para sospechar de una operación política contra el gobierno bonaerense.
“Es cierto que es un arma muy rara, es llamativo en estos hechos, pero uno no puede dejar de pensar que un tipo que va a robar no se haya robado quizás un arma calibre .40 antes”, explicó, y comentó que es “la que usa la policía de Nueva York”.
“No es un hecho habitual, nadie asalta un colectivo así, cuando uno investiga estos casos no es el modus operandi habitual”, dijo Berni desde el Churruca. Tenía una cicatriz en su pómulo derecho y un hematoma marcado en la sien izquierda. Además, reconoció que le dieron golpes “por todos lados” y que tiene una fractura en un malar.
De acuerdo a la versión que maneja el funcionario bonarense, los asaltantes cruzaron dos vehículos para detener la marcha del interno de la línea 620 que manejaba Barrientos y usaron armas calibre .40. La primera versión sobre el crimen apuntaba a un tiroteo entre un policía que viajaba en el colectivo y los atacantes, pero se abrieron otras hipótesis con el correr de las horas; una orientada a un homicidio a sangre fría contra el colectivero.
“No es un arma común pero los ladrones también usan la 9 milímetros, que tampoco debiera encontrarse en hechos callejeros, ¿pero qué explicación das? Pareciera ser raro”, consideró Fernández.
De todos modos, la violencia usada en el crimen no justifica para Fernández el ataque a Berni. “No siento que haya un mensaje a la clase dirigente, siento que tengo que trabajar, y estamos trabajando”, dijo y remarcó: “No hay magia, hay un trabajo que se tiene que hacer”.
Sobre cómo evitar que los choferes sean víctimas de este tipo de hechos delictivos, el ministro de Seguridad nacional respondió que “se pueden hacer un montón de cosas para proteger a los colectiveros, pero están supeditadas a terceros, cualquiera de las cosas que se digan son de altísima cuota de experimento y nada más”.
El crimen de Barrientos generó la propuesta en el límite entre Capital Federal y el partido de La Matanza y un paro de colectiveros de aproximadamente 100 líneas. “Es un flaco favor a la sociedad reaccionar así porque bastaría ver el resto de los países de América. No es para conformarse ni para achicar ni para mirar para un costado, solo para darse cuenta que el mundo va a tener delito siempre y hay que ver cómo se lo prepara para tratar de prevenirlo”.
La última vez que hablaron Fernández y Berni fue ante la inminencia de la llegada de los campeones del mundo, en diciembre pasado, para aquel operativo fallido que tenía como finalidad original llevar a Messi y el resto de los héroes de Qatar desde Ezeiza hasta Casa Rosada. La amistad entre los funcionarios está pausada. “Lo llamé nueve veces hoy”, contó Fernández. El ministro bonaerense nunca lo atendió.
Fuente: Infobae