La cantidad de créditos impagos en el sistema bancario local se duplicó en el último año. La irregularidad, que afectaba al 1,9% de la cartera total del sector privado en febrero de 2018 (cuando la economía se expandía a un ritmo del 5,3% anual), alcanzó un año después, con la actividad contrayéndose 6%, al 3,8% de los préstamos.
El dato surge del último informe que publicó el Banco Central (BCRA) con cifras a ese mes: allí se observa que la mora es del 3,8% entre los bancos privados y del 3,6% entre los públicos, pero ya escala al 6,9% entre las financieras, categoría en la que se agrupan las compañías de las automotrices y las especializadas en financiar consumo.
Se trata de un porcentaje aún bajo en términos históricos (inferior incluso al nivel que tienen otros sistemas financieros de la región con economías más estables), aunque comienza a inquietar la velocidad del deterioro, tomando en cuenta que los bancos locales virtualmente no están originando nuevos préstamos desde hace meses y han desarmado cartera para bajar riesgos, lo que le hizo perder al sistema 883.142 préstamos solo durante el segundo semestre de 2018.
"La contracción del crédito viene siendo superior a las de otras crisis. En los últimos 8 meses cayó 25% medida en términos reales. Y marzo fue el sexto mes consecutivo con caída en términos nominales (-0,3%), aunque si se tiene en cuenta el efecto precios, la baja fue del 4%, en línea con la dinámica previa y con bajas generalizadas en todas las líneas", observó en un reciente informe la consultora LCG. "El último registro de niveles tan elevados de irregularidad data de la última crisis global, mientras que el registro promedio de la última década marca un promedio de mora del 1,8%", recuerda Augusto Quiñones, analista de First Capital Group.
Quiñones agrega que "la política monetaria fuertemente contractiva actual conlleva una fuerte restricción del financiamiento a empresas", algo que explica que haya aumentado la velocidad del deterioro en la cartera vinculada a las compañías.
Hay que tener en cuenta que el plan de congelamiento monetario se basa en un fuerte incentivo para que los bancos capten más fondos, pero solo para derivarlos (por la suscripción de las letras de liquidez) a una costosa playa de estacionamiento que administra el BCRA. Y que al hacerlo mediante el anzuelo de tasas altas desalienta la demanda de crédito, ya que tiende a encarecerlo hasta volverlo casi prohibitivo.
Fuente: La Nación