En un entorno imponente, con la selva y las Cataratas como telón de fondo, los presidentes del Mercosur dieron inicio este sábado a la cumbre semestral del bloque, en una jornada atravesada por la ausencia de anuncios relevantes y por los gestos de distancia entre el presidente argentino Javier Milei y su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
La caída de la firma del acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, que estaba prevista para este encuentro, le restó centralidad política al evento. Si bien la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no estuvo presente, prometió que la rúbrica podría concretarse el próximo 12 de enero en Asunción, Paraguay.
Custodiados por un fuerte operativo de seguridad, los mandatarios de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia comenzaron las deliberaciones pasadas las 9.40, tras la foto oficial. No hubo almuerzo de camaradería ni reuniones bilaterales en la agenda de Milei, que mantuvo un perfil bajo durante la jornada.
La imagen protocolar volvió a reflejar la frialdad entre los presidentes de Argentina y Brasil. Lula llegó primero al estrado y dialogó con sus pares de Paraguay, Santiago Peña, y de Uruguay, Yamandú Orsi, mientras Milei permaneció a un costado. El saludo previo entre ambos se limitó a un apretón de manos breve, sin sonrisas ni intercambio de palabras.
Durante más de dos horas, los jefes de Estado debatieron distintos temas regionales, con especial énfasis en la situación política y humanitaria de Venezuela, en un contexto de creciente presión internacional sobre el gobierno de Nicolás Maduro. Tras la apertura a cargo del canciller brasileño Mauro Vieira, Lula recordó la Declaración de Iguazú como antecedente fundacional del Mercosur y advirtió sobre los riesgos de una intervención armada en Venezuela. “Sería una catástrofe humanitaria”, afirmó, en alusión a la injerencia de potencias extrarregionales.
En la previa de la cumbre, los cancilleres de Argentina y Paraguay, Pablo Quirno y Rubén Ramírez Lezcano, expresaron su respaldo a la postura del presidente estadounidense Donald Trump contra el régimen venezolano. Quirno calificó a Maduro como “un dictador” y reclamó su salida del poder, mientras que su par paraguayo alertó sobre el impacto del régimen en la seguridad regional y la migración masiva de venezolanos.
El fracaso en la firma del acuerdo con la Unión Europea fue uno de los puntos más sensibles del encuentro. Lula no ocultó su decepción y atribuyó la demora a la falta de “coraje político”, en medio de protestas de agricultores europeos y resistencias internas en algunos países del bloque comunitario. En la misma línea, el presidente paraguayo sostuvo que el Mercosur deberá profundizar la búsqueda de nuevos mercados, especialmente en Asia y Medio Oriente.
Así, la cumbre arrancó sin avances concretos en materia comercial y con señales claras de tensión política, en un escenario regional atravesado por desafíos económicos, diplomáticos y de seguridad.


