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"Juro por Dios que no sé lo que pasó, estoy destruido", declaró el endoscopista entre lágrimas

29 de julio de 2019


"No sé lo que pasó, juro por Dios que no sé lo que pasó", alcanzó a decir Diego Bialolenkier, quebrado, entre lágrimas, al declarar ante el tribunal que lo juzga, junto a la anestesióloga Nélida Inés Puente, por la muerte de Débora Pérez Volpin. Durante las dos horas y media en que habló y contestó preguntas, el acusado sostuvo una y otra vez que el procedimiento como el que realizó no pudo haber causado el daño que desembocó en la muerte de la reconocida conductora de televisión.

"Estoy convencido de mi acto profesional, estoy destruido, no estoy preparado para esto", apuntó Bialolenkier. "Entiendo el dolor de la familia, les juro que es un dolor igual al que tengo yo. Todos los días me levanto pensando en esto", aseguró conmocionado.

Y a la hora de buscar explicaciones de lo ocurrido, sin querer abiertamente acusar a la anestesista, apuntó hacia ella: "lo único que puedo decir es que el endoscopio no fue", pero pudo haber ocurrido por las maniobras de reanimación cuando Puente intentó colocar el tubo endotraqueal que, por dentro, lleva un 'mandril' de metal como guía. Incluso pidió al tribunal si podía ver el endoscopio secuestrado y hasta le ofreció al juez tocar la punta de la caña para que viera que, a su criterio, imposible generar una lesión punzante.

Aunque tanto la querella como la fiscalía lo abordaron con preguntas fue el juez Javier Anzoategui, a cargo del juicio, el que le pidió expresamente que pusiera el foco en el obrar de la anestesióloga en esos momentos cruciales, antes de que llegara la cardióloga. "Yo estoy parado al lado de ella y ella busca asegurar la vía aérea. Le puso la máscara. Luego intentó con el tubo pero no pudo entrar". "¿¡Por qué?", dijo el juez. "Dijo que no podía", respondió el acusado. "¿Y hasta donde llegó?", insistió el magistrado. "No sé, se lo metió en la boca. Hasta donde llegó no sé", afirmó Bialolenkier. "¿Y qué largo tiene?", apuntó el juez. "23, 25 centímetros", le contestó.

El dato es crucial para la defensa del endoscopista. Momentos antes había declarado el perito forense Julio Ravioli, que participó en la autopsia por pedido de la clínica La Trinidad. Ravioli no solo dijo que, con toda su experiencia, "nunca" había visto un cadáver como el de la periodista lleno de aire ("parecía un zepelín"), sino que aseguró que era imposible que el endoscopio hubiera producido la lesión esofásica que determinó la autopsia. "El único objeto punzante fue el mandril del laringoscopio", dijo, un objeto que maniobró la anestesista.

Ravioli dijo algo más: "es llamativo que la paciente no haya sido monitoreada en forma cardíaca desde el momento inicial de la endoscopia". Precisamente, esa es también la hipótesis de la querella y las dudas quedaron expuestas luego de que el viernes se determinara que faltaba documentación del monitor multiparamétrico, clave del estudio para saber los valores cardíacos y de presión que tenía la periodista al inicio del examen. "El informe comienza desde el paro cardíaco. Son pocos claros los hechos. Acá ocurrió algo improcedente en el procedimiento", sentenció el profesional.

La semana pasada, cuando comenzó el juicio oral, la anestesista sí eligió declarar y también apuntó contra el endoscopista. "Lo único que había ingresado a la vía digestiva era el endoscopio", dijo la mujer.

Fuente: Infobae