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11 de septiembre de 2019


El congelamiento de las tarifas de energía eléctrica, gas y combustible, más el cepo al dólar llegaron para controlar un escenario económico inflacionario que parecía no detenerse.

Con todas estas medidas el Gobierno pretende que la inflación no supere el nivel del 55% anual. Si supera dicho nivel los balances impositivos ajustan por inflación y la recaudación se hará "puré", poniendo en riesgo el pago de salarios en la administración pública nacional, provincial y municipal.

Como la crisis manda y estamos en elecciones presidenciales, al Gobierno no se le ocurre la más feliz idea que incrementar el gasto público, en un momento en donde viene de reperfilar sus compromisos de corto plazo, y está un paso de reperfilar los de mediano plazo. Conclusión: no tiene crédito en el mercado. El desembolso del FMI de u$s5.400 millones parece que viene en carreta, con lo cual no llegaría ni para fin de año.

En este contexto, con la necesidad de cubrir gastos, más las presiones sociales y elecciones por delante, aparece en el escenario la maquinita de imprimir billetes. Desde el mes de septiembre hemos visto un incremento en la circulación monetaria. Esos billetes aparecieron en el mercado para financiar gasto público, y como producto de una distribución de utilidades ficticias del Banco Central, algo que el propio FMI había prohibido.

El acuerdo con el FMI no existe de ningún modo, quedaron atrás las bandas establecidas a priori en el tipo de cambio: el techo de $ 51,50 quedó en el olvido. Además, hay emisión monetaria y el déficit primario cero se transformó en un déficit potencial de 1,5% para fin de año.

Lo que viene, lo que viene
La emisión de dinero le dará más liquidez a la plaza que irá en busca de mercadería para protegerse frente a futuros aumentos de precio o contra el dólar. Si el mercado va en busca de dólares, se encontrará que solo puede comprar u$s10.000 por mes en cabeza de persona humana. Si quiere adquirir más de u$s10.000 por mes tendrá que adquirirlo por la Bolsa.

Cuando una persona va a comprar dólares en la Bolsa tendrá que encontrar su contraparte. Como los dólares son escasos y la demanda se tornará abundante, el precio arbitrara a la suba.

Es así como comenzamos a observar una mayor brecha entre el dólar oficial y el dólar Bolsa, pero mucho más acentuada es la brecha contra el dólar “contado con liqui”, que es el que se utiliza para sacar dinero del país.

Esta mayor emisión de circulante que hace el Estado no necesariamente tiene que impactar sobre el dólar oficial, que hoy está congelado por el Gobierno. Sin un aumento del dólar oficial muchos productos que exportamos o importamos no mostrarán modificaciones de precio en el mercado interno.

Sin embargo, el que tenga un stock de dólares los puede vender en el mercado de capitales, obtener un mayor valor que el dólar oficial, y salir a comprar activos a precios sensiblemente inferiores a los del pasado.

 

Fuente: Ámbito Financiero