El Mundial de Qatar 2022 no fue solo una Copa levantada en el desierto. Fue la culminación de décadas de frustraciones, ilusiones postergadas y sueños colectivos que encontraron, finalmente, su redención. Este miércoles se cumplieron tres años de aquella final inolvidable ante Francia en el estadio Lusail, un partido que muchos consideran el mejor de la historia de los Mundiales y que selló para siempre la tercera estrella en el escudo de la Asociación del Fútbol Argentino.
La gesta de la Selección argentina excede largamente el plano deportivo. Desde el golpe inicial ante Arabia Saudita hasta la definición por penales frente al último campeón del mundo, el equipo mostró una resiliencia pocas veces vista. La llamada “Scaloneta” supo reinventarse partido a partido, absorber la presión y responder en los momentos límite con personalidad, juego y una fortaleza emocional que terminó siendo determinante.
Gran parte de ese legado tiene nombre propio: Lionel Scaloni. El entrenador rompió con viejos moldes y condujo al equipo con una gestión basada en el diálogo, la confianza y la flexibilidad táctica. Supo combinar experiencia y juventud, apostar por esquemas variables y leer cada partido como una historia distinta. El Mundial mostró a una Selección adaptable, capaz de modificar sistemas sin perder identidad ni convicciones.
En ese contexto, Lionel Messi alcanzó la consagración definitiva. En su quinta Copa del Mundo, el capitán fue líder futbolístico y emocional, decisivo en los momentos clave y símbolo de una carrera coronada con el único trofeo que le faltaba. Pero Qatar también fue el Mundial del equipo: del sacrificio colectivo, de los relevos silenciosos, de los abrazos compartidos y de una comunión única con la hinchada.
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A tres años de aquella noche eterna, la AFA recordó la conquista con un emotivo spot difundido en redes sociales, donde se repasaron las tres Copas del Mundo obtenidas por la Argentina en 1978, 1986 y 2022. “Brindemos con nuestras copas más lindas. Feliz aniversario. Volvamos unidos a Estados Unidos”, fue el mensaje que acompañó el video, proyectando el sueño hacia el próximo Mundial.
Qatar 2022 dejó algo más que una estrella: dejó una forma de creer, de competir y de sentirse representados. Un legado que, tres años después, sigue intacto.


