Homicidio doblemente agravado, por el uso de arma de fuego y por haber sido cometido con alevosía. Esa fue la calificación que les cupo a F.G.C y L.M.S, el policía y el mecánico detenidos por el crimen del policía Cristian Abrigo. El fiscal de Homicidios, Andrés Marchi, les atribuyó la autoría del asesinato del subcomisario de 38 años y solicitó a la jueza Rosana Carrara, que ambos permanezcan detenidos.
El pedido de prisión preventiva como medida cautelar se basa en el peligro de fuga de los dos sujetos y además, de que entorpezcan la investigación o intimiden a posibles testigos.
La familia de la víctima denunció que Abrigo había desaparecido el 28 de febrero, con lo cual se inició una investigación a cargo de María Laura Urquiza, integrante de la Unidad Fiscal de Delitos Complejos del Ministerio Público de la Acusación. Por imágenes registradas por cámaras de seguridad se determinó que el hombre salió de su casa en barrio La Esmeralda de Santa Fe, subió al auto de uno de los detenidos y no se lo volvió a ver.
Una semana después detuvieron a los F.G.C y L.M.S como los principales sospechosos de la desaparición de Abrigo. La fiscal Urquiza logró determinar que la víctima se desempeñaba como prestamista y a la compra y venta de vehículos, incluso había prestado dinero a L.M.S.
El cuerpo del malogrado efectivo policial fue hallado este lunes enterrado en Progreso,, departamento Las Colonias. Los médicos forenses de la morgue judicial santafesina, realizaron la necropsia y el resultado científico provisorio es que el cadáver tenía entre 15 y 20 días de fallecido, es decir, casi inmediatamente después de la última vez que se lo vio.
Los profesionales que analizaron el cadáver constataron que el cuerpo estaba en un muy avanzado estado de descomposición,-es probable que fuera asesinado el mismo viernes 28 de febrero en las primeras horas de la tarde- y luego fue enterrado. Los distintos exámenes permitieron descubrir la existencia de dos ojivas dentro de la cabeza de la víctima y es probable que los disparos fueron efectuados desde arriba hacia abajo, con la víctima arrodillada. Literalmente, fue ejecutado, y es evidente que también fue premeditado.
