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Clásico y moderno

La opinión de César Carignano sobre el presente del fútbol santafesino analizando este clásico particular en la antesala de los históricos duelos continentales que se vienen para ambos

11 de junio de 2022


Todos los que tenemos algún vínculo con el Clásico Santafesino sabemos lo que significa. Dirigir los destinos de los clubes, conducir desde los bancos de suplentes, vestirse de rojo con el color que defina la historia personal para tener el privilegio de jugar, organizar una transmisión periodística o poner el corazón desde la tribuna o desde donde toque estar. Todos, absolutamente todos, sabemos qué significa un clásico.

Entre el folclore y la fría realidad cuantitativa variables y motivos sobran en los hinchas. Engrosar el promedio, superarlo en la tabla, estirar la racha, dominar el historial, inflar el pecho con el orgullo que solo nace del triunfo, la gastada de la mañana siguiente, el interminable goce tras el partido, por citar algunos.

Cada uno de ellos sobradamente fundados porque entre lo real y lo simbólico todo está permitido.

Sin embargo, este clásico tiene algo diferente. Algo que nunca envolvió a ambos. Algo que jamás ocurrió para los dos en sintonía. Insuficiente para quitarle valor al derby santafesino pero importante pensándolo en clave de crecimiento.

A Rojinegros y Rojiblancos les han crecido los desafíos, se le han ampliado los horizontes, el futuro inmediato se les ha presentado con ambiciones capaces de enloquecerlos de felicidad del mismo modo que tras ganarle al rival de toda la vida.

Eso no solo es bienvenido, sino que tiene nombre. Se llama evolución.

Hace tiempo, por la cercanía de una semifinal continental o por la proximidad de los playoff locales Colón debió confrontar puertas adentro de las cabezas y los corazones de sus protagonistas con objetivos capaces de sentarse a la mesa del partido más emblemático de la ciudad. Y por primera vez en su historia moderna pudo experimentar una duda inédita en el fútbol de la ciudad: ¿es el clásico el partido más importante?

¡Y bienvenida sea esa pregunta! No por desmerecer la historia y el origen, menos aún por menospreciar la importancia que tienen esos duelos para los simpatizantes de alma sino más bien para experimentar la aparición de metas no tan frecuentes, que no se repiten con la periodicidad de un clásico y que pueden engrandecer la historia para siempre.

A Colón esa disyuntiva le dejó dos enseñanzas. Una, que no es fácil jugar una cosa sin pensar en la otra. Y dos, que cuando eso ocurre las consecuencias del derby se terminan de definir más adelante. O dicho de otro, comprendió que el resultado ante Unión tendría su efecto final cuando ese nuevo interés se defina, para bien o para mal.

Esas situaciones fueron aprendizaje para el rojinegro, pero sobre todo fueron sinónimo de crecimiento. Por fin, el fútbol santafesino había logrado sentar a la mesa del clásico otras citas valiosas.

El tiempo, bendito en este caso para nuestra ciudad, quiso que Unión logré lo mismo: colocar emociones fuertes que puedan modificar su historia a la par de la valía del partido que se espera todo el año en la Cordial.

Y lo reitero porque vale la pena: eso es crecimiento.

Por eso el de este domingo será un partido especial. Ambos lo jugarán sabiendo lo que significa pero con la certeza de que no se salvará o se dejará de salvar el año tras el pitazo final de Herrera. Porque han sido capaces de construir otros pilares para sostener su presente evitando que todo se reduzca a un partido.

Será un partido de cobro inmediato para el ganador, en el caso que lo haya. Pero será un resultado de pago diferido para el perdedor, en caso que lo haya.

Es un juego de palabras, es cierto. Pero grafica con claridad que este partido durará hasta el final de los octavos de final que cada uno juegue por su Copa, de mínima. Y eso es crecimiento.

¿Modifica lo que ocurrirá en el campo de juego? ¿Influirá en la intensidad del match? ¿Permitirá que las ganas de ganar venzan al miedo de perder? Difícil saberlo, por no decir imposible.

¿Habrá algo más importante para Tatengues y Sabaleros que el Clásico Santafesino desde las horas previas y hasta el final? No, indudablemente no.

¿Los ecos durarán hasta el próximo derby? No, indudablemente no. Porque algo grande asoma en el calendario.

Y ese es el paso adelante. Un paso que ojalá con el paso del tiempo se torna cotidiano, casi clásico.

Al fin de cunetas, el futuro es indescifrable, pero el presente, sinceramente, es para aplaudir de pie.