La temperatura corporal promedio de los perros adultos oscila entre 37,5 °C y 39,0 °C, un rango vital que debe ser monitoreado, especialmente durante días de calor. Cuando este valor supera los 39,5 °C se considera fiebre, y si alcanza o excede los 40,5 °C, el animal se encuentra en una situación de emergencia veterinaria que requiere atención inmediata.
A diferencia de los humanos, el sistema de regulación térmica en los canes es limitado. Dependen principalmente del jadeo para disipar el calor, sumado a una sudoración mínima a través de las almohadillas de sus patas. Esta característica los hace especialmente vulnerables al sobrecalentamiento en ambientes cálidos.
Cómo saber si el perro tiene calor y cómo medir su temperatura
La detección temprana de un aumento en la temperatura de los perros es crucial. Los tutores deben estar atentos a signos como el jadeo frecuente e intenso, la búsqueda de suelos fríos para recostarse, el decaimiento o los ojos vidriosos.
La única forma rigurosa de controlar la temperatura corporal de los perros es mediante un termómetro digital, ya sea por vía rectal o auricular. Los expertos no recomiendan el uso de termómetros específicos para humanos ni los métodos caseros, como palpar la nariz o las orejas, ya que carecen de rigor científico.
Síntomas de golpe de calor canino (emergencia)
El golpe de calor canino es una condición clínica grave y potencialmente mortal. Se manifiesta cuando la temperatura del animal supera los 40 °C. Los síntomas de emergencia que requieren una acción inmediata incluyen jadeo extremo, respiración acelerada, mucosas enrojecidas y desorientación.
Además, pueden presentarse debilidad o colapso, vómitos, diarrea (a veces con sangre) e incluso convulsiones o pérdida de consciencia. Si la temperatura es igual o superior a 40,5 °C existe un riesgo de daño cerebral y de otros órganos vitales.
Primeros auxilios: cómo enfriar al animal
Ante la sospecha de sobrecalentamiento, es fundamental mover al perro a un lugar ventilado y con sombra. Se debe ofrecer agua fresca en pequeñas cantidades y nunca obligarlo a beber.
Para enfriarlo progresivamente y evitar un shock térmico, se recomienda humedecer las almohadillas, las orejas y la zona inguinal (ingle) con un paño mojado en agua fresca, pero nunca helada. Si la temperatura es muy alta, el objetivo es bajarla gradualmente hasta que esté debajo de los 39,5 °C mientras se traslada al animal a un centro veterinario lo antes posible.
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