La versatilidad en el fútbol es una herramienta valiosa porque permite encontrar variantes sin necesidad de modificar nombres. Es dar un once titular de corrido sin tener certezas de dónde jugará cada quién.
No significa que no tengan un lugar predeterminado, significa que pueden adaptarse para ser útiles al equipo.
En algún momento, pueden distribuirse para ser equilibrados, para impedir al rival ser profundo y garantizar el cero como hizo este equipo hace algunos días, ante Ecuador.
El déficit, aquella noche, estuvo en la creación y la construcción. Mucho tiene que ver la estrategia del entrenador.
En La Paz, cada quién jugó donde ha dado respuestas a Scaloni vestido de celeste y blanco. Paredes fue patrón en solitario, a su modo, pero en solitario. De Paul fue el todoterreno por derecha, capaz de ayudar a recuperar y de encabezar una contra. Tagliafico y Montiel tuvieron lugar para proyectarse, cuando pudieron, sin volantes que obstruyan el sendero que tan bien recorren pegado a la raya. Y los tres de arriba distribuyeron con inteligencia tiempos y protagonismos.
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Es cierto, para ser totalmente honesto, que hubo un cambio en la altura: jugó Palacios, de buen rendimiento, por Acuña. Pero tuvo que ver con la imposibilidad del surgido en Ferro y no con otra cosa.
El equipo fue osado, pero era necesario. Es mejor desvestirse un poco ganando en comodidad, que encorsetarse con incomodidades. Al fin y al cabo, la diferencia entre una cosa y la otra está en la pelota. Y Argentina la tuvo, porque sinalgo ha demostrado con este recambio, es que su confort gira en torno a la redonda.
Sin embargo, hasta que descubrieron que la altura condiciona pero no ciega, pasó media hora. El primer gran cambio de aire llevó su tiempo.
Es evidente que no se puede atacar permanentemente en este escenario, tan evidente como que es posible tener el balón para controlar el juego y exponer al desgaste al rival.
Los de Scaloni hicieron un gran partido. Sesenta grandes minutos, los últimos. En parte, porque cada quién jugó de lo que mejor le sale, y eso potencia. En parte, porque en este grupo hay futbolista que deciden sin pensar en Messi, y eso los libera y libera al diez, generando sorpresa.
A veces, como ante Ecuador, se gana por oportunismo más que por merecimientos. Otras, como ante Bolivia, se gana con atributos. Si bien el resultado importa, son las formas las que dejan mejores sensaciones tras esta excursión al siempre complejo altiplano.
Un paso adelante, grande, para mostrar que la altura que más importa siempre es la futbolística.