Flor de la V le escribió una emotiva carta pública a su papá en donde repasa cómo se fue complejizando la relación con su progenitor a medida que ella moldeaba su identidad: "El corolario de tu juicio se cerraba con una frase muy utilizada en esa época: 'si tengo un hijo puto, lo mato'. Ese hijo era yo".
"El último Día del Padre que celebré con vos - cómo olvidarlo - fue hace muchos años. Yo ya era Florencia, no vivía más en casa, hacía muchos meses que no pasaba. La fecha era la excusa perfecta para volver. Te compré un par de zapatillas con una platita que tenía ahorrada. Esa vez no me maquillé; me puse unos jeans discretos, ya que no quería llamar la atención", rememoró la actriz en su columna de Página 12.
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Y continuó: "Cuando te entregué el regalo, noté tu cara de sorpresa, pero no sospeché nada. No sé si fueron los nervios o qué, pero nada me preparó para lo que iba a pasar. Te acercaste a mí mientras la gente pasaba con fuentes y manteles. Recuerdo que no me miraste a la cara, pude oír tu voz quebrada, pidiéndome que me fuera porque te daba vergüenza… ¡Qué van a decir los vecinos! Me fui llorando como nunca en mi vida lo había hecho, como quien pierde a un ser querido. Apretando fuerte mi pecho, como si quisiera juntar los pedazos de mi corazón roto. Ese día del padre yo perdí al mío".
Flor de la V fue criada por su papá, su mamá murió muy joven luego de practicarse un aborto clandestino, y contó lo difícil que se fue tornando la relación cuando ella comenzó a dar indicios de su orientación: "Tenía cinco años, fue exactamente cuando entré al jardín. Hasta ese momento, habías sido un padre cariñoso, que había sufrido la desgracia de quedar viudo muy joven; pero esa tragedia nos había unido más. Eras un papá amoroso que se fue poniendo distante cuando la Flor que crecía en mi interior comenzaba a salir a la luz".
"De un momento para el otro, todo cambió. Recuerdo el día que te llamaron del jardín para decirte que no sabían qué hacer conmigo porque me vestía de princesa. Por primera vez vi una cara tuya que nunca había visto y no me gustó. Tenías mucho enojo, podía sentir la ira que brotaba de tus ojos y me llevaste a casa casi en el aire. Apretabas fuerte mi mano y me decías que no lo volviera hacer nunca más. Con el paso del tiempo, todo fue empeorando; ya me costaba encontrar esa mirada tierna. Me observabas con el ceño fruncido, y comencé a tenerle miedo, mucho miedo", detalló la productora quien tampoco lograba encontrar refugio en el colegio donde la discriminaban y golpeaban.
Y añadió: "Ese Día del Padre comprendí todo: mi regreso al hogar paterno reproducía el mismo regreso de la infancia. La mía no era una casa para volver, para refugiarse porque yo no te podía pedir ayuda por el miedo que te tenía. En la mesa, tenía que escuchar tus frases recurrentes: 'los hombres tienen que ser bien machos, no maricones'. El corolario de tu juicio se cerraba con una frase muy utilizada en esa época: «si tengo un hijo puto, lo mato». Ese hijo era yo".
"Ese día aprendí que, lo que vos protegías nunca fueron ni mis sentimientos ni mis derechos a ser un niñx libre y feliz. Era más importante llevar como estandartes las normas morales, sexuales binarias que habías aprendido, quizás con dolor, de un sistema cultural y educativo que castiga y condena todo tipo de disidencias. Fuiste un soldado fiel a un sistema político, cultural, opresor que te quitó una de las experiencias más maravillosos de la vida: la posibilidad de cuidar, proteger y contener lo más preciado para cualquier padre, un hijx. Pese a todo, siempre vuelvo a vos: ¡Feliz día, papá!".
Fuente: Télam