Con la mirada puesta en Europa, donde la segunda ola de contagios de Covid-19 demanda endurecer los aislamientos y pone otra vez en riesgo los sistemas sanitarios, la estrategia porteña para contener el nuevo virus entró en una nueva fase con un objetivo claro: evitar los rebrotes, como está pasando en algunos países de aquel continente. La apertura del turismo, con la habilitación de las fronteras aéreas de los países limítrofes, la posibilidad cercana de que lleguen visitantes argentinos a la ciudad y de que los porteños salgan a vacacionar obliga a pensar cuál será la mejor manera de minimizar el impacto ante nuevos contagios.
La gestión de ingresos y egresos de los turistas provenientes de Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile y Uruguay por Ezeiza (aunque en el último de los casos pueden ingresar por el Puerto de Buenos Aires) se lleva toda la atención, teniendo en cuenta lo que ocurrió al comienzo de la pandemia cuando el coronavirus ingresó por allí. Por tal razón quedó ratificado que los extranjeros deberán realizarse un test PCR antes de subirse al avión y también otro al arribar, en el mismo aeropuerto, con sistemas innovadores que se analiza implementar, como el llamado pooling de testeos para reducir costos y tiempos.
Pero los extranjeros no serán los únicos. Los turistas nacionales y también los porteños que regresen a la ciudad tendrán que testearse con hisopados, muestras de saliva o la técnica que se decida utilizar, como parte de las medidas preventivas. "Tenemos que ser cuidadosos con la apertura del turismo. Queremos ser una ciudad abierta, pero cuidando todo lo que se logró", aseguró un funcionario de alto rango del gobierno porteño.
El universo estimado de turistas que llegarán este mes es de 57.000 pasajeros, con un 43% de extranjeros y un 57% de nacionales. En la terminal aérea la intención es generar un circuito rápido de testeo para que la gente pueda obtener los resultados y seguir con su viaje si el resultado es negativo. Los casos positivos serán aislados durante diez días en hoteles preparados para recibir a los pacientes leves.
A su vez, se hará un cruce de datos para detectar los contactos estrechos durante el viaje, es decir, las personas que viajaron cerca de la persona infectada. A todas ellas se les pedirá un aislamiento durante cinco días. Si en algún momento presentan síntomas, serán testeados para comprobar si cursan o no la enfermedad.
En Ezeiza habrá hisopados y test de saliva en pooling. ¿Qué significa? Se tomarán, por ejemplo, muestras a diez personas, se extraerán partes de cada una de ellas y se mezclarán para hacer un solo estudio a esa mezcla. Si arroja resultado positivo, se realizarán los test a todas las muestras; caso contrario, no será necesario. De esa forma, según explicaron desde el gobierno porteño, se ahorrarían gran cantidad de kits.
Fuente: La Nación