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Del cautiverio a los humedales santafesinos: la historia del yacaré Ricardito y un modelo de conservación

Tras pasar seis años en un piletón del Instituto Malbrán, un yacaré overo fue rehabilitado en el centro La Esmeralda y liberado en una reserva de Cayastá, en el marco de un programa que logró sacar a la especie del riesgo de extinción

28 de diciembre de 2025


La historia del yacaré Ricardito combina rescate, ciencia y conservación. El ejemplar de caiman latirostris fue liberado recientemente en una laguna de una reserva privada de Cayastá, departamento Garay, luego de completar un año de rehabilitación en el centro de rescate La Esmeralda, en la ciudad de Santa Fe. Su caso se volvió emblemático por su origen: había pasado seis años en cautiverio en el Instituto Malbrán, en Buenos Aires, en condiciones inadecuadas.

Como ocurre con muchos animales silvestres que llegan a La Esmeralda —víctimas del tráfico ilegal, el mascotismo o accidentes—, Ricardito tenía un pasado complejo. Veo Noticias informó el arribó al centro santafesino en octubre de 2024, proveniente de un piletón de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) Carlos Malbrán, donde permanecía de manera irregular desde 2018. El rescate se produjo tras una denuncia anónima que alertó sobre su deteriorado estado de salud.

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La intervención estuvo a cargo de la Policía Federal Argentina, que dio aviso a la Justicia al tratarse de una especie protegida por la Ley Nacional 22.421 de Conservación de la Fauna Silvestre. El fallo del sistema de filtrado del agua y el prolongado encierro habían agravado la situación del reptil, lo que motivó su traslado a Santa Fe bajo la órbita del Ministerio de Ambiente provincial.

Contra los pronósticos iniciales, que indicaban que no podría regresar a la vida silvestre, el equipo de La Esmeralda evaluó que, tras un año de seguimiento sanitario y conductual, el yacaré estaba en condiciones de ser reinsertado. Así, Ricardito se convirtió en uno de los 520 animales liberados en 2025 en la provincia y en el undécimo reptil en completar ese proceso durante el año.

La liberación fue coordinada por especialistas del Proyecto Yacaré, un programa iniciado en la década de 1990 que logró revertir el crítico estado de conservación del yacaré overo en el litoral argentino. Hernán Ciocan, doctor en Ciencias Biológicas y referente del proyecto, explicó que la iniciativa permitió reintroducir más de 20 mil ejemplares, multiplicar por diez la población y convertir a Santa Fe en un caso de estudio reconocido a nivel internacional.

El programa se basó en una articulación inédita entre científicos, el Estado y comunidades locales. Antiguos cazadores, que antes perseguían al animal por su piel y su carne, pasaron a colaborar con la conservación mediante la recolección controlada de huevos, que luego eran incubados artificialmente. De ese modo, se logró una tasa de eclosión cercana al 95 %, muy superior a la que se registra en la naturaleza.

En el caso de Ricardito, al no conocerse su origen genético, los especialistas optaron por liberarlo en una laguna aislada, sin conexión con otros cursos de agua. La decisión responde a protocolos internacionales que buscan evitar impactos negativos sobre poblaciones silvestres existentes, ya que distintas cuencas pueden albergar variantes genéticas diferentes de una misma especie.

La liberación se concretó el viernes 19 de diciembre, con un operativo encabezado por técnicos del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático. El yacaré, de casi dos metros de largo, fue trasladado hasta el borde de la laguna y liberado tras retirarle el dispositivo de sujeción. Exhausto por el traslado y el estrés, permaneció inmóvil durante varios minutos antes de internarse lentamente en el agua.

Ahora, Ricardito compartirá el ambiente con otras especies reinsertadas, como carpinchos, además de peces, aves y reptiles propios del humedal. Su historia resume el sentido de una política pública que combina rescate, ciencia y tiempo: devolver a la naturaleza animales que alguna vez estuvieron al borde de perderla para siempre, y demostrar que la biodiversidad no solo es patrimonio, sino también equilibrio y futuro.