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El fútbol argentino, en caída libre

La falta de recursos, el mal manejo de la pandemia del coronavirus, y la aspiración de dar el paso al exterior: los responsables de la debacle.

24 de agosto de 2021


Por Luciano Barroso.

Argentina es, desde hace ya algún tiempo, uno de los países más exportadores de talentos al fútbol mundial de primer nivel. Jugadores criados en nuestros torneos, productos del potrero, con cualidades únicas e inigualables en otras partes del continente y el resto del mundo.

Astucia, picardía, garra, corazón, sumado a la gambeta, el amague, la dinámica y técnica individual son algunas de las características más notorias de nuestros “productos” a lo largo de los años. Futbolistas que han alcanzado conquistar los máximos niveles del fútbol europeo, como fueron los casos de Gonzalo Higuaín, Carlos Tévez, Sergio Agüero, Javier Mascherano, Pablo Aymar, Ángel Di María, Juan Román Riquelme, Verón, Ortega, Crespo, Saviola, los hermanos Milito y un sinfín de nombres que se destacaron en los mejores clubes del mundo. Y ni hablar de Lionel Messi, a quien no pudimos disfrutar en la Primera División de Argentina, pero que sin embargo lleva la sangre más albiceleste que cualquier otro futbolista jamás “creado” en el fútbol argentino.

Con el correr de los años, casos como los de Javier Saviola, traspasado directamente de River al Barcelona, o el Pipa Higuaín, también del elenco Millonario hacia el Real Madrid sin escala de por medio, fueron disminuyendo en cantidad. De hecho, hoy, uno de los únicos futbolistas que pasó a un equipo top, sin emigrar primero a un equipo de menor calidad en el viejo continente, es el actual 9 de la Selección Argentina: Lautaro Martínez.

Enormes futbolistas, de grandísimas cualidades técnicas, muchos consagrados campeones de América con el combinado albiceleste, tuvieron que hacer “escala” en diferentes equipos de mitad de tabla hasta abrirse paso en los mejores elencos del fútbol mundial. Rodrigo De Paul, Paulo Dybala, Lucas Ocampos, Cristian “Cuti” Romero y Emiliano Martínez, son algunos de los ejemplos más marcados para apoyar la teoría de que algo cambió (para mal) en el fútbol argentino.

¿Falta de talento o de recursos?

El fútbol de nuestro país está en decadencia. Pero, ¿por falta de talento o de recursos? Hoy resultaría muy raro que un equipo europeo compre un jugador que se desempeña en el fútbol argentino por más de 15 millones de euros, lo cual antes era al menos un poco más común.

La odiosa comparación entre los mejores equipos del fútbol argentino con los mejores de Europa, y la recurrente pregunta acerca de si podrían o no competir al mismo nivel, ya queda demasiado lejana. En la actualidad, los equipos del ámbito local no pueden ni siquiera aspirar a compararse a sí mismos con los del fútbol de Brasil.

Todos los argentinos afuera de las copas

En las actuales ediciones de los torneos sudamericanos (Copa Libertadores y Sudamericana) ya no quedan representantes argentinos en las instancias finales. River era el último, y quedó eliminado a manos de Atlético Mineiro por un contundente resultado global de 4 a 0. Dominio absoluto en el partido de vuelta por parte del conjunto Galo.

Las semifinales de la Copa Libertadores quedaron conformadas por 3 equipos brasileros y un ecuatoriano, Barcelona de Guayaquil, que extrañamente se impuso ante el poderoso Fluminense. Esta situación (que no haya ningún equipo argentino en semifinales de Libertadores y Sudamericana) no se daba desde el año 2006, y anteriormente había ocurrido en 1993.

Entonces, la decadencia del fútbol argentino no sólo se ve reflejada en el nivel de la competencia local, con un torneo de 26 equipos y sin descensos, lo cual devalúa, y mucho, la calidad del “producto”, sino que también se ve reflejada en la exportación de jugadores y en las competencias internacionales, en las que, en la actualidad, un conjunto argentino no puede competir contra el poderío brasileño.

La complicadísima situación económica que atraviesa la Argentina les impide a los clubes poder incorporar futbolistas de mayor jerarquía provenientes del exterior, y también le dificulta la tarea de retener por más tiempo a los jugadores de sus canteras ante las jugosas (que ahora no son tan jugosas) ofertas de afuera. Por supuesto, ante la crisis que se vive en materia económica y financiera en el país, de la cual los equipos extranjeros están al tanto, los futbolistas se van por cada vez menor cantidad de dinero y, así y todo, la oferta sigue siendo irresistible.

A esta grave y compleja situación hay que agregarle el mal manejo de la pandemia del coronavirus, que, como en todo el mundo, vino para acentuar la falta de recursos. Argentina fue uno de los últimos países en permitirle a sus equipos retomar los entrenamientos luego de la primera ola del Covid-19, así como también ahora es uno de los únicos países que todavía no permiten el ingreso de público a los estadios de fútbol.

El claro ejemplo del amateurismo

No hace falta ir más lejos, el claro ejemplo de la poca importancia en la escala de prioridades que le han asignado, no sólo a este deporte, sino al resto de las disciplinas, se hace presente en los niveles más bajos del amateurismo. Recién este fin de semana, la Liga Santafesina de fútbol pudo reanudar la competencia que estaba suspendida desde hace más de 2 meses, cuando el país seguía incrementando el ritmo de vacunación y la flexibilización en las diferentes áreas, ya sean laborales o estudiantiles, era cada día mayor.

El fútbol argentino está en decadencia producto de un país que no levanta cabeza, y que además es errático en todas, o casi todas, las decisiones que se toman en torno al deporte. Uno cosecha lo que siembra, dice el dicho…