Lo que en un principio parecía bajo control, de a poco perdió relevancia. Con el regreso del fútbol tras la pandemia del coronavirus,los primeros jugadores en volver a las canchas parecían haber imitado el mensaje que se le envió a la sociedad, respetar el distanciamiento social. Pero lentamente, todo cambió.
A diferencia de los duelos de la Bundesliga alemana, donde supieron respetarlo, hoy volvieron los festejos multitudinarios, con abrazos y besos. Al ser testeados constantemente, las probabilidades de contagios entre compañeros parecen ínfimas, pero esto no impidió que algunos tomaran medidas de prevención.
La liga de Bélgica anunció que decidió sancionar a quienes no respeten el distanciamiento en los festejos, tanto de manera económica como disciplinaria. Cualquier integrante de un equipo, sea técnico o jugador, que se abrace después de un gol recibirá una penalización de 750 euros y una tarjeta amarilla.
Además, aseguraron que incumplir el protocolo en el vestuario, ya sea antes o después del partido, deberá ser castigado con una pena máxima de diez mil euros para un equipo de primera división y hasta cinco mil en caso de ser de segunda.
Ante esta situación, los mismos dirigentes analizan que los infractores realicen actividades sociales como otro castigo. La idea es destinar todo lo recaudado a líneas de apoyo para personas que se sientan solas.