Luego de la nueva derrota de Unión por el Torneo Apertura, en el cual todavía no sumó ni un punto como visitante, apareció en el complejo Casasol donde el tatengue entrena en la semana, un improvisado trapo con la inscripción “Gracias Kily, chau”.
La presión que está soportando el técnico, más allá de que en el horizonte cercano esté la Copa Sudamericana, es alta y más aún si tenemos en cuenta que de los últimos 8 partidos, el rojiblanco ganó uno solo y que como visitante, no triunfa desde octubre de 2024 cuando esa victoria agónica sobre Gimnasia en La Plata por 3 a 2 le dio el pase a la copa internacional.
Y la presión se nota: el entrenador Cristian González vivió una noche de furia, ya que primero increpó y quiso tomar del brazo al árbitro Andrés Gariano, luego empujó a José Kunzi, encargado de la seguridad del plantel, y terminó con un encontronazo con un hincha de Independiente Rivadavia, con quien estuvo a punto de irse a las manos.
Las dos victorias consecutivas –una por el torneo y otra por Copa Argentina- apenas estiraron un poco la paciencia hacia un técnico que partido a partido, deberá ratificar su continuidad al frente del plantel santafesino.
