Inglaterra es, en términos futboleros, un clásico. Un rival ante el cual los sentimentos recrudecen con solo nombrarlo, incluso sin necesidad de atraer al césped dolores sociales. Es un adversario con citas mundialistas icónicas.
Verdugo en el '66, cuando valiéndose del poder de negro y del de la corona desmembró a los nuestros deshaciéndose de Rattin para ganarnos por la mínima. Partener de lujo en el 1986, siendo actor de reparto del mejor gol de la vida y del más tramposo que se recuerde, también. Colaborador directo de la conspiración del destino que en 2002 nos dejó afuera en primera ronda, cuando el fundado sueño nacional tenía aspiraciones de podio. Protagonista, ayer y siempre.
Para desprender lágrimas de tristeza o llantos de felicidad. Pero para no pasar de largo nunca. Protagonista, además, de una victoria gambeteada por los libros y las crónicas de la mayoría de los hombres que escriben los hechos de su era. Victoria, que como toda gesta épica, es rescatada por el revisionismo, tarde o temprano.
El 21 de agosto de 1971 la Selección Argentina le ganó a Inglaterra. La goleó, en realidad, en el Mundial de México. Elba Selva marcó los cuatro goles aquel día, aunque sus vecinos hace poco se hayan enterado y aunque los homenajes por hacer lo que ningún otro nacido en este suelo ha hecho en noventa minutos en una cita mundialista.
Las Pioneras, ese grupo de mujeres que dijo presente en tierras aztecas porque quiso y como pudo, hizo historia hace cuarenta y ocho años con una pelota a sus pies mientras el fútbol argentino miraba para otro lado. Hoy se celebra el primer Día de la Futbolista, en nuestro país. O mejor dicho, hoy por primera vez se visibiliza un hecho que para las mujeres del fútbol es inspiración, orgullo e identidad desde hace rato. Feliz día para todas. Feliz día para todos.