Investigadores del INALI-CONICET elaboraron un trabajo acerca de cómo afecta al medio ambiente la introducción de especies no nativas en los ríos de nuestro país. En este sentido, aseguran que "Los procesos de globalización de los últimos años aumentan el movimiento de especies y con ello la expansión de peces no nativos, lo que redunda en fenómenos de “invasión” con dos rasgos distintivos: por un lado, las especies introducidas generan la pérdida de biodiversidad global y, por otro, las medidas de bioseguridad -nacionales e internacionales- resultan insuficientes para regular el transporte de especies no autóctonas y la prevención de su liberación".
Además, explican que por su extensión, Argentina cuenta con 10 ecorregiones biogeográficas de agua dulce conteniendo en total 570 especies de peces. "En este “escenario” tan vasto que presenta la Argentina, el impacto es muy importante dado que, de las 10 ecorregiones, ya en ocho se han registrado 40 especies no nativas de las cuales 5 son potencialmente invasoras, 18 invasoras, 11 introducidas y 6 se pueden caracterizar como con riesgo de introducción".
El estudio, respecto al origen geográfico de las especies, revela que un 45% procede de América del Norte, otro 42,55% de Asia, 15% de Europa, 15% de Brasil y Uruguay, un 10 % de África y el 7,5 % restante de América Central. Además, en cuanto a los vectores que ocasionaron las introducciones, detalla que 27 especies lo fueron por acuicultura, 16 por pesca deportiva, 9 originadas por actividades de acuario y comercio, 6 relativas a control biológico y las 2 restantes para ser modelos biológicos en experimentos.
Luis Espínola, integrante del Laboratorio de Hidroecología del INALI, dijo “el amplio rango latitudinal de la Argentina –en pleno cambio climático-, genera un contexto vulnerable ya que la invasión de especies en diferentes climas, como lo demuestran las diferencias entre el norte y el sur del país, presentan un doble riesgo. El sur, más frío, registra aumentos en la temperatura del agua que pueden reducir la distribución de los salmónidos, particularmente en la Patagonia Norte, generando así posibles desplazamientos y desajustes en otras ecorregiones con temperaturas del agua cercanas a sus límite de tolerancia. Asimismo, el incremento de la temperatura, también opera en la Cuenca del Plata, donde el desplazamiento de las barreras térmicas hacia el sur puede crear condiciones para el establecimiento de peces no nativos, como ciertas especies neotropicales”.