La morosidad de las familias volvió a crecer en septiembre y alcanzó un nuevo récord histórico desde que el Banco Central comenzó a relevar esta serie en enero de 2010. El dato forma parte del Informe sobre Bancos publicado este jueves, que registró el undécimo aumento mensual consecutivo en el ratio de irregularidad de los créditos.
Según el reporte, la morosidad en los hogares subió del 6,6% al 7,3% en un contexto marcado por tasas de interés elevadas y un encarecimiento sostenido del financiamiento. La tendencia, que ya se venía observando a lo largo de 2024, volvió a tener su mayor impacto en dos líneas de crédito: los préstamos personales, donde la irregularidad trepó del 8,2% al 9,1%, y las tarjetas de crédito, que pasaron del 6,7% al 7,4%. En los préstamos prendarios también se vio un incremento leve, mientras que los hipotecarios se mantuvieron prácticamente estables, en torno al 0,9%.
La dinámica está fuertemente influida por el costo del financiamiento. De acuerdo con datos del propio BCRA, la tasa promedio de los préstamos personales saltó del 74% en agosto a casi 82% en septiembre, ampliando aún más la distancia respecto de la inflación esperada para los próximos doce meses, estimada en aproximadamente 20%. Esta presión se refleja también en la evolución del crédito: en octubre, los préstamos personales anotaron su primera caída real mensual (-0,3%) desde marzo de 2024. En tanto, el financiamiento vía tarjetas retrocedió 1%, afectado por la limitada oferta de cuotas y la falta de actualización en los límites de consumo.
“El alivio en las tasas llegó tarde en el mes y las expectativas todavía no se consolidan. Para que las carteras vuelvan a crecer, no solo se necesita que las tasas sigan bajando, sino también que se extiendan los plazos de financiamiento”, explicó Guillermo Barbero, socio de First Capital Group.
En el caso del sector empresarial, la morosidad también mostró un aumento, aunque mucho más moderado: pasó del 1,4% al 1,7%, con un repunte más marcado en los créditos prendarios. Al combinar los datos de familias y empresas, el índice general de irregularidad avanzó del 3,7% al 4,2%, el nivel más alto desde comienzos de 2022.
El escenario refleja el impacto de un año atravesado por tasas elevadas, menor capacidad de pago y un mercado crediticio que aún no logra recomponerse pese a las señales de relajación monetaria registradas tras las elecciones.

