“Hablemos de Bullying” es una ONG que conformaron diversos psicopedagogos, docentes, psicólogos al ver el avance de esta terrible situación de desigualdad. En ese sentido, uno de sus fundadores, Pablo Mainer, explicó acerca del caso conocido hoy que “lo primero que hay que decir es que ni la institución ni la familia se comunicaron. No podemos opinar sobre el caso puntual. Cuando vamos a la escuela o hacemos capacitaciones, cuesta identificar el fenómeno, se le dice bullying a cualquier situación. Ante un caso de familias no saben cómo actuar, qué hacer, por la desesperación las familias llegan a los medios y es muy importante decir que los chicos a veces no se animan a denunciar por las repercusiones precisamente” ya que “los chicos tienen miedo a represalias, tienen vergüenza, no quieren sumarle un problema más a la familia, temen a la reacción de los padres, hasta dónde puede escalar esto. Con tranquilidad, si se animan a contar, hay que trabajar en equipo con la escuela, si las instituciones no dan respuestas, salir hacia afuera con autoridades del ministerio o con organizaciones como las nuestras o en caso con consecuencias de personas hostigadas pedir ayuda profesional, no sólo para los niños, sino para la familia, sostener a los que sostienen”.
Más adelante, el dirigente explicó que “hay que saber identificar el fenómeno. El bullying es violencia entre pares sostenida en el tiempo, es un juego de poderes, aquella persona que es hostigada no puede salir de esa situación y causa muchas consecuencias en la salud mental”.
En cuanto a las repercusiones en la persona atacada, Mainer afirmó que “hay cosas muy simples, cuando están en esta situación comienzan con estrés, todos los días, porque afecta la sociabilidad, no quieren hacer nada, afecta el sueño, la comida, de más, de menos, están apagados, no se ríen, no salen al recreo, cuando hablan se hace silencio o no lo hacen parte. El más común es por exclusión, no los invitan a los cumpleaños, no los agregan a los grupos. El niño raro o el que no se integra dicen y eso es violento”.
De acuerdo a la edad, la situación cambia: “El fenómeno es distinto, los chicos más pequeños tienen más agresiones físicas y los más grandes, adolescentes y preadolescentes, van con el bullying psicológico o social, de apartamiento, y el material, de robar o esconder cosas”.
Mainer habló del rol docente: “Suelen no estar capacitados, esto en la carrera docente no se ve. Las instituciones no tienen protocolos, puede haber buenas intenciones pero se cometen errores igualmente. Estamos mucho tiempo trabajando sobre un montón de cuestiones, con el clima escolar, comunicación, normas, protocolos, lo que hay que hacer es un trabajo institucional que no sólo es de los docentes, hay que sumar a las familias y a los chicos”.
Finalmente, cuando se termina sacando de la escuela al atacado o al atacante, “al hostigador u hostigado, cuando no hay más chances, ahí estamos reforzando en esa persona que tiene dificultades sociales para resolver, al que es agredido como al agresor. Que ambos fracasaron. Y no se recomienda eso”.