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La salud mental de los niños: especialistas creen que hay que replantear el manejo de la pandemia

19 de agosto de 2020


“COVID-19: es necesario replantear la estrategia” es el nombre de un documento difundido por la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (Slipe) y firmado por especialistas de varios países, entre los que figuran algunos de los expertos que asesoran en la pandemia al gobierno argentino.

Pediatras, infectólogos, salubristas y epidemiólogos de la Argentina, Costa Rica, Colombia, Chile, República Dominicana, Guatemala, Perú, Uruguay, El Salvador, Panamá, Venezuela, Brasil, Nicaragua y México sostienen que siete meses después de la aparición de una misteriosa neumonía en Wuhan, China, y con más de 19 millones de casos confirmados, la pandemia de COVID-19 se convirtió en la peor crisis de salud pública en un siglo.

“Más de 700 mil personas han muerto, y ello ha ocasionado un grave daño social, político, emocional y económico, con serias repercusiones en el ámbito personal, laboral y familiar”, señalaron los autores, quienes aseguran que se esperaba “una pandemia por el virus de influenza y, la COVID-19, hoy se sabe que no se comporta parecido a las pandemias tradicionales”.

“En busca de respuestas concretas, surgió la estrategia del martillo y la danza, que rápidamente se posicionó como creíble y correcta”, dijeron en relación al concepto planteado por Tomás Pueyo en una columna a principios de la pandemia titulada Coronavirus: The Hammer and the Dance. El martillo se refiere a las restricciones como el distanciamiento social y el cierre de ciertas actividades, medidas necesarias para contener el contagio y reducir la curva, al tiempo en que se genera un gran impacto económico, en tanto la danza refiere a un periodo en que se mantiene un balance de las medidas para recuperar la normalidad y contener la enfermedad, una danza entre la economía y el sistema sanitario.

Aun cuando la afectación del grupo pediátrico es menor, el aumento en los reportes de los casos de Síndrome Inflamatorio Multisistémico asociado a COVID-19 hace suponer a los expertos que no es una infección tan inocua en pediatría, como al inicio se suponía.

Así, para ellos, “el cierre escolar aumenta la inseguridad alimentaria”. “Para muchos niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad socioeconómica, las escuelas no son sólo un lugar para aprender, sino también donde se alimentan de forma saludable”, advirtieron, al tiempo que señalaron que “las investigaciones demuestran que el almuerzo escolar está asociado con mejoras en rendimiento académico, mientras que la inseguridad alimentaria (dietas irregulares o poco saludables) se asocia con bajo nivel educativo y riesgos sustanciales para la salud física y mental”. Asimismo, “la brecha las habilidades matemáticas y de alfabetización entre los niños de niveles socioeconómicos más bajos y más altos se amplía durante los períodos de vacaciones escolares. Aún en países con una amplia conectividad y con capacidad de implementar enseñanza remota, se dan diferencias en desempeño de los hogares de bajos recursos comparados con los de recursos más altos”.

Para ellos, no hay duda de que “en el mediano y largo plazo, la pandemia generará un impacto en la salud de los niños, pues el confinamiento afecta su desarrollo integral, limita el acceso a vacunas y alimentos y coarta su necesaria recreación, así como sus posibilidades de continuar recibiendo educación. Afecta, además, el aspecto emocional, con manifestación de conductas agresivas o de regresión, ambas difíciles de manejar y a su vez compromete los aspectos sociales y de intercambio entre pares”.

Al inicio de la pandemia -consideraron- “el martillo fue un buen recurso para lograr aplanar la curva como una medida de contención”. “Esto permitió ganar tiempo para preparar a los servicios de salud de atención directa a las personas (hospitales, camas en UCI, equipo de protección personal), atención primaria, capacidad de laboratorio, fortalecimiento de la capacidad operativa en el seguimiento y control de los casos y los conglomerados, educación a la población, ajustes económicos para proteger a las personas de los quintiles menos ricos, preparación con protocolos de las actividades productivas y diferentes estrategias para reducir riesgo de contagio (teletrabajo, suspender clases en escuelas, colegios y universidades, cierre de fronteras aéreas y terrestres) -señalaron-. Esta primera etapa de contención se implementó empleando diferentes tipos y temporalidades de las restricciones, algunos más estrictos, otros más laxos”.

La etapa de danza, dirigida a flexibilizar las medidas restrictivas según el comportamiento de la curva, “permitió retomar progresivamente algunas actividades, y, al igual que el martillo, fue heterogénea en términos de tiempos y medidas tomadas cada país”.

“América Latina y el Caribe (LAC) es una de las regiones del mundo con mayores desigualdades sociales, sanitarias y económicas”, consideraron los expertos. Por lo tanto, para ellos, “cuando el virus comienza a circular en la comunidad, afecta a poblaciones en condiciones de pobreza, que viven en hacinamiento, con limitado acceso a servicios de salud y saneamiento básico. Estas poblaciones se desempeñan en empleos informales o están desempleadas, por lo cual, la implementación de restricciones que requerirían una etapa de martillo se tornaron complejas y difíciles de aplicar”.

Por eso, para ellos, “a partir de la experiencia y lecciones aprendidas, la estrategia del martillo y de la danza debe ser replanteada”. “El mismo Tomás Pueyo ha dicho en diferentes entrevistas que la estrategia no incluye martillazos intermitentes, sino más bien propone aprender a danzar de manera inteligente y ordenada”, aseguraron.

En este contexto, identificaron nueve problemas:

1- Cansancio y hartazgo social: la población está cansada y desmotivada con los “encierros” y las “restricciones” sanitarias pues han sido muy prolongadas, no son sostenibles y arrojan resultados finales de curvas pandémicas en ascenso.

2- Desobediencia civil: las personas no se están adhiriendo a las medidas de cuarentena, algunas porque su situación económica no lo permite y necesitan obtener recursos económicos para sobrellevar las necesidades básicas familiares: otras porque la afectación a su forma de vida las sume en el hartazgo; otros, como los adolescentes o jóvenes, porque no se sienten población de riesgo.

3- Grave afectación de la economía, con pérdida masiva de empleos e incremento de la pobreza, lo cual profundiza aún más las desigualdades.

4- Afectación de la salud mental, depresión, ansiedad, violencia doméstica, abuso infantil, distanciamiento familiar.

5- Pérdida de credibilidad en las decisiones de las autoridades sanitarias nacionales e internacionales.

6- Comunicación poco efectiva y repetitiva que no logra modificar las conductas que debe aplicar la población para reducir el riesgo de contagio.

7- Los niños y adolescentes están tristes. No basta con el acompañamiento de la escuela en el hogar. Hay un grupo de niños cuya emocionalidad está siendo afectada, no solo por el encierro, sino como producto de la realidad de sus familias y sus necesidades insatisfechas.

8- Aumento del consumo de drogas y alcohol entre los adolescentes y la población en general. La depresión y el riesgo de suicidio son mucho más fuertes que lo habitual, debido a que los jóvenes sienten que han perdido su proyecto de vida.

9- Se redujeron las tasas de vacunación infantil, especialmente en los menores de dos años, período en el cual la adecuada administración de las vacunas en concordancia con el calendario establecido previene enfermedades graves que deterioran la salud de por vida. Están reapareciendo casos de enfermedades que los pediatras no veían hace ya tiempo.

En ese sentido, propusieron:

- Danzas más prolongadas, manteniendo medidas de prevención del contagio que sean factibles de aplicar de manera sostenible.

- Fortalecer el diagnóstico de los casos aplicando estrategias de testeo, que faciliten la identificación oportuna de los casos, al igual que el seguimiento de las cadenas de transmisión en los sitios vulnerables y el rastreo de contactos, para centrar los mayores esfuerzos de contención y respuesta de ayuda social para las familias.

- Apoyo efectivo al aislamiento de casos y la cuarentena de sus contactos, de manera que cuenten con condiciones para llevarlo a la práctica y no se conviertan en focos de transmisión en lugares que no tienen condiciones.

- Reforzar atención primaria: las camas hospitalarias nunca serán suficientes si no se trabaja en los determinantes sociales de la pandemia, en la causa de las causas.

- Apertura progresiva de actividades económicas, según realidad epidemiológica y tipo de actividad: riesgo que conlleva y protocolos para reducir el riesgo de contagio, que sean de estricto cumplimiento

- Comunicación: 1- creativa que haga énfasis sobre los factores de riesgo, pero también segmentada, es decir, que no sea la misma para toda la población, sino que se adapte a cada grupo de edad. Por ejemplo, mensajes dirigidos para los adolescentes, según sus intereses y por sus pares. 2- positiva: no “asustar” con los muertos, o con las UCI llenas, porque no da resultado y afecta la salud mental. Se necesita un mensaje de esperanza para visualizar un horizonte con el cual la gente se identifique.

- Educación ciudadana, que acompañe las prácticas seguras de protección, que fomente la capacidad de autogestión de riesgo

- Encuestas para el análisis y monitoreo de la credibilidad y de la adherencia a las medidas

- Implementar seguros de desempleo: no todos los ciudadanos están en condiciones de pobreza tales que requieran subsidios del Estado. Tampoco son lo suficientemente adinerados como para pasar largos periodos sin salario

- Grupos multidisciplinarios de asesores puntuales para temas puntuales: antropólogos, psicólogos, filósofos, politólogos que ayuden a construir identidad e identificación de comunidad

- Usar tecnología para trazabilidad

- Trabajar en programas de psicoeducación de la población, orientados a promover pautas de prevención básicas, a desarrollar habilidades de regulación emocional en tiempos de crisis, a favorecer la detección temprana de dificultades y a facilitar el acceso a la ayuda profesional especializada.

- Monitoreo estricto de la violencia intrafamiliar, incluyendo la agresión física y sexual de los niños y adolescentes

- Diseñar programas alimentarios específicos dirigidos a las embarazadas, los niños menores de 2 años, y aquellos que se alimentan en el ámbito escolar. Preservar la alimentación materna y generar hábitos saludables en situaciones sociales adversas.

- Recuperar el vínculo escolar con los niños y adolescentes, tanto para quienes han permanecido en estado ocioso durante todo este período, por la carencia de los recursos tecnológicos necesarios, como también para aquellos que han podido trabajar con sus educadores.

- Promover la solidaridad, el altruismo y el voluntariado como piezas fundamentales para acelerar aquellas líneas de acción en las que el recurso humano sea un factor crítico.
“La estrategia del martillo y la danza fue una buena alternativa al inicio de la pandemia. Sin embargo, para este momento, los efectos colaterales de ella indican que debe ser replanteada y adaptada, considerando el contexto actual y los diversos factores epidemiológicos, sociales, políticos y económicos de cada país -consideraron los expertos-. La prioridad de toda estrategia es la de preservar la vida y lograr, por ende, controlar la pandemia. Precisamente por ello, se requiere analizar si las medidas de contención están logrando el impacto positivo buscado y si la ciudadanía se está adhiriendo a ellas”.

Y agregaron que si bien “una vacuna efectiva podría ser la única salida de la pandemia” y “el público la visualiza como la mejor opción y esperanza, se requiere, no sólo un rápido desarrollo, sino seguro también”.

“La producción, distribución, disponibilidad, aplicación y costos económicos de la vacuna será todo un reto, en especial para los países de ingresos bajos -evaluaron al respecto-. Estudios preliminares han planteado la posibilidad de que la vacuna prevenga la enfermedad grave, pero no la propagación del virus, lo cual implicaría que algunas medidas de salud pública deberán mantenerse. Cuatro vacunas están en la fase final de investigación y representan una alternativa futura de protección y de contención”.

En resumen, considerando la evolución de la pandemia en LAC y las lecciones aprendidas al momento, “es necesario plantear una reapertura segura e inteligente que deberá incluir autogestión de riesgo, gran disciplina en cuanto al cumplimiento de las medidas ya conocidas, protocolos sólidos y de acatamiento obligatorio. La atención y manejo de la salud mental de la población, al lado de la salud financiera y económica, no pueden quedar fuera de este planteamiento para el país”. “La clasificación de actividades, según su nivel de riesgo e, incluso, los protocolos para actividades sociales y familiares deberán ser implementados. La educación ciudadana, para que autogestione el riesgo, es fundamental”, concluyó el documento elaborado por María L. Avila-Agüero (Costa Rica), Roberto Debagg (Argentina), Ana Morice-Trejos (Costa Rica) y Pio López (Colombia) y del que también participaron Xavier Saéz-Llorens (Panamá), Angela Gentile (Argentina), Gabriela Ensinck (Argentina), Antonio González (Venezuela), José Brea del Castillo (República Dominicana), Miguel ORyan (Chile), Rolando Ulloa-Gutiérrez (Costa Rica), Dora Estripeaut (Panamá), Luiza Helena Falleiros (Brasil), Lourdes Dueñas-Chicas (El Salvador), Mario Melgar (Guatemala), Mario Gamero (El Salvador), Theresa Ochoa (Perú), María Esther Castillo (Perú), Eduardo Suárez (El Salvador), Maria Mercedes Somarriba (Nicaragua), Mónica Pujadas (Uruguay), Abiel Mascareñas (México), Carlos Grazioso (Guatemala) y Enrique Gutiérrez (Colombia).

Infobae