La continuidad de la sociedad Messi-Barcelona no es buena ni para Messi ni para el Barcelona. El resultado final del conflicto que tuvo en vilo al barcelonismo durante el último mes no pudo acabar de peor manera para las dos partes.
El astro argentino tiene que tragar, en contra de su voluntad, defendiendo un proyecto con el que no se identifica y en el que, según sus propias palabras, no cree. Su relación con el presidente es nula y con el entrenador no hay ninguna química.
En el aspecto emocional no puede haber un peor escenario para que Leo pueda sacar lo mejor de sí mismo, otra cosa es que vaya a tirar de profesionalidad para dar la mejor imagen posible.
Pero cuando lleguen los malos momentos, las derrotas, no será fácil sobreponerse mentalmente, hacer como si todos fueran una gran familia. Saber gestionar los tropiezos es lo que hace también a un equipo campeón y la paz está sujetada con alfileres en el Barcelona. Messi podía haber encontrado fácilmente un entorno mucho más favorable para seguir haciendo historia. El Barcelona, sin duda, era la peor opción.
Lejos de lo que pueda pensar la directiva y la afición azulgrana, la continuidad de Messi no es ninguna buena noticia en las actuales condiciones. El club está sumido en una crisis económica galopante. No hay dinero ni para poder asumir el finiquito del anterior cuerpo técnico y mucho menos para afrontar la revolución y los fichajes que tenían que llegar.
El club necesita pasar página, buscar otros referentes y se va a quedar en tierra de nadie. La salida de Leo hubiera sido oxígeno para las arcas del Barça, pero la directiva tuvo vértigo a la era post Messi. No se dan cuenta que ese día llegará, pero seguramente tendrá que afrontarse con un Barcelona mucho más debilitado. Un error histórico que le puede costar caro al club, aunque luego el balón es caprichoso y puede acabar tapando todas las barbaridades que se han podido hacer en los despachos.