El escritor y periodista Rodolfo Rabanal, autor de obras de literatura como "El apartado" y "La vida brillante", murió este lunes a la madrugada en Punta del Este, Uruguay, debido a un cáncer de páncreas. Tenía 80 años.
Rabanal había comenzado su extensa carrera como periodista y novelista en 1975 con la publicación de "El apartado", la primera novela con su "voz consolidada", según sus palabras para referirse a ese encuentro "feliz" con el narrador que escribía desde muy chico pero no encontraba el tono, la sonoridad.
"La escritura es trabajo y la inspiración no sirve si no estás preparado, tenés que estar listo como un cazador; quizás hoy no pasa nada, pero si tenés la puntería ejercitada, cuando aparece la presa vas a pegarle. La escritura, para mí, siempre fue la búsqueda de un sentido para la vida", expresó en 2014 Rabanal durante su participación en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
A fines de los años setentas Rabanal recibió la beca Fullbright para participar en el Taller Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, lo que le permitió salir del país durante la dictadura cívico militar.
Ya en Estados Unidos pudo concluir su tercera novela "En otra parte", que es considerado uno de sus primeros libros publicados en el exilio.
El escritor y periodista publicó las novelas "En otra parte", "El pasajero", "El factor sentimental", "La vida brillante" y "Encuentro en Marruecos", y las colecciones de cuentos "No vayas a Génova en invierno" o "Los peligros de la dicha". También escribió el guión de la película "Gombrowicz, o la seducción", dirigida por Alberto Fischerman.
Pero además Rabanal ejerció el periodismo en medios locales como La Opinión, La Nación y Página/12 así como también en medios extranjeros ya sea como columnista, jefe de redacción y corresponsal.
Entre 1981 y 1982 trabajó como traductor de la Unesco en París (Francia) y durante el Gobierno de Raul Alfonsín fue subsecretario de Cultura.
Como escritor le interesaba la experimentación literaria, la forma, el tono, la sonoridad y tenía una obsesión: no imitar voces que no fueran las suyas. Es que más que la historia, lo que a Rabanal más le importaba era el trabajo con el lenguaje, y si bien exploró géneros como la poesía y el ensayo literario, se definía como novelista, porque la mayoría de sus libros se orientaban en ese género.
Fuente: Télam