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Nueve películas con escenas inolvidables dentro de una sala de cine

13 de mayo de 2020


Nunca pensaste que echarías tanto de menos el olor a palomitas recién hechas, los horarios de las sesiones, las cómodas butacas y la enorme pantalla de las salas de cine, pero así es, lamentablemente llevamos ya varios meses sin poder pisar una de ellas debido a la crisis del coronavirus. Parece que ya vemos la luz al final del túnel, pero, mientras esperamos el momento perfecto para disfrutar de los estrenos en pantalla grande, hemos querido recurrir al cine -cómo no- para que nos transporte por un instante a esos momentos cinéfilos.

Son muchas las películas que han querido hacer su particular homenaje al cine y, en concreto, a las salas, desde clásicos como Cantando bajo la lluvia hasta filmes más recientes como La La Land o Érase una vez en... Hollywood. La industria lleva homenajeando estos momentos casi desde sus comienzos y, ahora más que nunca, resulta necesario recordar esos sentimientos que solo es capaz de transmitir una película cuando se ve a lo grande.

Aquí recopilamos 9 películas con escenas inolvidables dentro de una sala de cine que nos hacen transportarnos. ¡Luces, cámara... acción!

'MALDITOS BASTARDOS'
Andrea Zamora

No podía haber mejor director para mostrar en la gran pantalla la muerte de Adolf Hitler. ¡Y encima dentro de un cine! Quentin Tarantino plasmó en Malditos Bastardos la venganza de una chica judía contra los nazis. “Yo tengo un mensaje para Alemania. Que todos vais a morir”, avisa Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) a la audiencia a través de una pantalla. “¡Y quiero que miréis la cara de la judía que va a hacerlo! Marcel, quémalo”. El resto es una masacre a la altura de lo que se espera del realizador de Reservoir Dogs: explosiones, fuego, sangre, nazis aglutinándose contra las puertas cerradas de la sala de cine en la que se estaba proyectando una película ensalzando la ideología del régimen… Esvásticas ardiendo, cayendo al suelo y dos hombres con una metralleta apuntando a todo aquel que pillan por banda. Incluido, por supuesto, el mismísimo Hitler, quien termina con la cara totalmente destrozada por los balazos mientras la risa de Shosanna inunda la escena. Tampoco nos olvidemos lo que ocurre minutos antes en la sala de proyección. Cuando el personaje de Mélanie Laurent acaba con Frederick Zoller (Daniel Brühl) aprovechando el sonido de los disparos que se escuchan en la película. Que luego decimos que Tarantino es un violento, pero la muerte de Shosanna es hasta poética con su sangre saliendo disparada como si fueran pétalos de flores. Y la música, la cámara lenta, la estética, los colores… ¿Está feo ver belleza en algo así?

'AMÉLIE'
Lourdes de Paredes Rincón

Voz en off: "A veces los viernes Amélie va al cine". Amélie: "Me gusta mirar hacia atrás en la oscuridad y ver la cara de los espectadores. También me gusta descubrir los detalles que nadie más ve. En cambio odio las viejas películas cuando el que conduce nunca mira a la carretera".

La escena apenas dura un minuto, pero ya al comienzo de la película, que es cuando tiene lugar, nos descubre a esa Amélie inquieta y curiosa, capaz de ver donde otros no lo hacen. Cuando observa las caras de los que la rodean en la sala la cámara realiza un paneo que nos sumerge en la magia de las salas de cine, en ese silencio agradable adornado con el destello de los reflejos de la pantalla. Posteriormente, al hilo de su comentario sobre "los detalles que nadie ve" descubrimos un pez en segundo plano que acapara toda nuestra atención dejando de lado el apasionado beso de los protagonistas. Sería fascinante ver muchas películas a través de la óptica de Amélie, seguramente saldríamos de la proyección sin saber explicar muy bien la trama, pero nos lo habremos pasado de maravilla. ¡Quién quiere un beso apasionado cuando hay un pez revoloteando de lado a lado de la pantalla! Por último, Amélie lanza esa apreciación que seguro que todos hemos pensado más de una vez sobre los que conducen un coche en las películas. Unos no miran a la carretera, como ocurre con la escena que nos presenta Amélie, pero otros directamente es que mueven el volante en dirección contraria al sentido que toma la escena. ¿No os habéis puesto nerviosos más de una vez? Hasta el punto de que acabas perdiendo el hilo de la película y solo te puedes concentrar en eso, como ocurre con los fallos de raccord. Todo esto sucede en un minuto de metraje de Amélie en una sala de cine, al final no va a resultar tan difícil ver más allá como ella y encontrarnos en ese lugar donde otros no llegan.

'THE ARTIST'
Custodio Guerrero

The Artist consiguió alzarse con cinco Oscar de los 10 a los que estuvo nominado. Su impecable actuación y dirección hizo que consiguiera ser la sorpresa de la gala de la Academia del Cine. Pero no es de extrañar que una oda al cine mudo de antaño fuese aclamada por la crítica y más aún con esos 10 primeros minutos que se sitúan en una gran y preciosa sala de cine de 1927. Aquí conocemos a George Valentin (Jean Dujardin), un actor del cine mudo muy famoso y del que se está proyectando su última película. Al terminar, Valentin hace acto de presencia para saludar a los espectadores junto a su adorable co-protagonista perruno. Estos primeros minutos de la película, en blanco y negro, nos sitúa en cómo era la situación del cine mudo en Hollywood justo cuando está a punto de terminar y así, también, la carrera del protagonista, todo por dar paso al cine sonoro.

‘CANTANDO BAJO LA LLUVIA’
Santiago Gimeno

Me atrevería a afirmar que una de las escenas más inolvidables del cine dentro de un cine, valga la redundancia, tiene lugar en la no menos imborrable Cantando bajo la lluvia (1952), la obra maestra musical de Stanley Donen y Gene Kelly. Además, quizá cobre un significado extra porque, como bien sabrás si la has visto, trata sobre el paso del cine mudo al cine sonoro. La proyección en sala de The Dueling Cavalier, con las estrellas Lina Lamont (Jean Hagen) y Don Lockwood (Kelly), es un absoluto desastre. En parte por la inexperiencia de Monumental Pictures con los ‘talkies’, pero también por la chirriante voz de Lina, por sus problemas de dicción y su marcado acento neoyorquino, por la curiosa localización de los micrófonos durante el rodaje y, al final, por la desincronización entre sonido e imagen. “¡Sí, sí, sí!”. “¡No, no, no!”.

Seguro que recuerdas el incesante sonido del collar de ella y ese reiterativo y empalagoso “te quiero” del personaje de Don, que se torna en tortura para él y en fuente de burla para el público sentado en el patio de butacas. Menos mal que a Don, Cosmo Brown (Donald O'Connor) y Kathy Selden (Debbie Reynolds) se les ocurre solucionar la papeleta y convertir la producción en un musical titulado The Dancing Cavalier. La melodiosa voz de Kathy sustituye los ‘graznidos’ de Lina y esta última chantajea al estudio para que no le conceda crédito a su oponente. Hasta ese final de justicia poética, de nuevo en el cine, en el que los espectadores, tras una ‘premiere’ victoriosa, piden que Lina cante en directo. Kathy hace lo propio oculta tras las cortinas y Lamont, sin conocer los planes de Don, Cosmo y R.F. Simpson (Millard Mitchell), jefe del estudio, se presenta inocente en el escenario y se dedica a mover los labios en sintonía con el timbre de Selden. Nunca olvidaré ese momento en el que los tres hombres tiran con júbilo de la soga y destapan el pastel. Puede que no toda, pero gran parte de la magia siempre sucede en el cine.

'GREASE'
Lorena Vialas

En un especial de escenas de cine en salas de cine, no podía faltar una de las más refrescantes y divertidas de la gran pantalla. Nos referimos a la protagonizada por Olivia Newton-John y John Travolta, o lo que es lo mismo Sandy y Danny, en la inolvidable Grease. Curiosamente, la escena comienza con el guiño al famoso cine Colonial, ubicado en Phoenixville (Pennsylvania), que hace el tráiler de La masa devoradora (The Blob), la película de terror, de 1958, protagonizada por Steve Mcqueen. Antes de ver cómo Danny intenta disculparse con Sandy por haber bailado con Cha-Cha en el baile del instituto, la imagen se detiene en la pantalla del autocine para mostrarnos al genial dúo formado por Jerry Lewis y Dean Martin en una escena de la comedia Loco por Anita (1956). Y por fin, vamos a ver cómo Danny, pese a haberle regalado su anillo a Sandy, vuelve a meter la pata al intentar meterle mano. Sin duda, es una de las escenas más memorables de la cinta, porque supone el punto de inflexión en la relación de los dos protagonistas: Danny canta Sandy y nos muestra que está locamente enamorado, mientras Sandy huye para comenzar con su sorprendente cambio de ‘look’. ¿Quién no se apuntaría a una sesión de autocine ahora que el verano está a la vuelta de la esquina?

'THE DISASTER ARTIST'
Ana Lasso

Cine dentro del cine. Las escenas de películas rodadas en salas de cine son algo que siempre me gusta ver en una cinta. Ya sea porque las localizaciones suelen ser bastante impresionantes o porque la acción que se desarrolla siempre es clave en la trama. Este es el caso de The Disaster Artist. He querido escoger esta película, porque a diferencia de otras, el cine no es nada extraordinario; no hay telón de seda, ni asientos de terciopelo rojo, y por eso me gusta. Demuestra que no hace falta tener un decorado espectacular para crear el auténtico clímax de una sala de cine. El filme narra el periplo que Tommy Wiseau (James Franco) y su incondicional amigo Greg Sestero (Dave Franco) tuvieron que pasar para que The Room viera la luz. Una cinta abocada al fracaso, pero que, contra todo pronóstico, se convirtió en un éxito absoluto. El resultado final se condensa en ese momento en el que ambos presentan su trabajo al público y, consciente de lo absurdo de su película, Wiseau sale por ese pasillo hacia la salida; todo un clásico. No sin antes pararse a escuchar la desternillante ovación del público. Es entonces cuando sube al altillo para dar el improvisado discurso de agradecimiento con los focos, los asientos, las caras de cada uno de los presentes y su incontrolable euforia, bien podría recordar a tantos y tantos momentos de disparatadas presentaciones de otras películas.

'LA LA LAND'
Lorena Vialas

¿Qué pareja, en sus inicios, no ha tenido la clásica cita en el cine? Quizá a más de uno os traiga buenos -o no tan buenos- recuerdos la primera cita formal de Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling) en La La Land. El escenario: el cine Rialto. La película: Rebelde sin causa con James Dean. En las clásicas butacas de terciopelo rojo, Sebastian espera, impaciente, a que cruce el umbral de la sala esa chica que le ha robado el corazón. Como suele ocurrir en la vida misma, lo bueno se hace esperar. Pero casi siempre llega y lo hace como Mia, en el momento más inesperado y anteponiéndose a todo, incluso al mismísimo James Dean. Mientras Mia mira embelesada a Sebastian, su rostro se funde con el de la cinta de Nicholas Ray en la que Jim (Dean) llega al famoso Observatorio Griffith (Los Ángeles). Los dos protagonistas no pierden detalle de lo que ocurre en la gran pantalla, pero les puede más el deseo de fundirse en un apasionado beso –ya era hora, por otra parte. De nuevo el destino estaba ahí para ponerles otra zancadilla y las luces de la sala se encienden haciéndoles sonreír a los dos protagonistas incrédulos. Sin perder ni un segundo Mia le sugiere un plan perfecto para terminar la película a su manera. Un plan con el que Damien Chazelle vuelve a hacer otro guiño al séptimo arte, al elegir como destino el ya nombrado Observatorio Griffith donde Mia y Sebastian por fin se funden en el esperado beso. Con finales así, la próxima vez que vayas al cine quizá no quieras ver terminar la película.

'EL ÚLTIMO GRAN HÉROE'
Sara Heredia

Si no me equivoco, debo haber recomendado El último gran héroe 2 ó 3 veces en SensaCine y decenas más en la vida real, pero es que me parece que no hay película de Arnold Schwarzenegger que sea mejor que ésta y, si lo que nos toca es recomendar cintas que transcurran dentro de un cine, no se me ocurre una que encaje más.

Esta versión de La rosa púrpura de El Cairo para público joven nos presenta a Danny (Austin O’Brien), un adolescente solitario cuya pasión es ver las cintas de Jack Slater en el cine de su amigo Nick (Robert Prosky). ¿Quién no se ha obsesionado con alguna película, saga o actor durante la infancia? En la cinta dirigida por John McTiernan, Danny tiene la oportunidad de conocer al mismísimo héroe de acción que durante tanto tiempo ha seguido e introducirse en la acción de la película. Como muchas de las cosas que ocurren en la gran pantalla, es más divertido ver a otros huyendo de villanos como Benedict (Charles Dance) o Tony Vivaldi (Anthony Quinn) que hacerlo tú mismo, ya que eso de participar en los acontecimientos de una película no termino de verlo. Menos mal que gracias al cine podemos convertirnos en cualquier personaje que queramos, viajar a lugares de lo más exóticos y vivir mil y una aventura sin correr ningún peligro.

'ÉRASE UNA VEZ EN... HOLLYWOOD'
Sara Heredia

En una lista de películas que homenajean las salas de cine y la industria en general sería un completo error no incluir la última cinta de Quentin Tarantino. El cineasta es un apasionado del séptimo arte y se puede decir que sus producciones son, en sí mismas, grandes homenajes a este mundo, pero Érase una vez en... Hollywood se lleva el premio por méritos propios.

La cinta es un tributo al Hollywood de los años 60, pero de manera especial a la figura de Sharon Tate, la malograda actriz de El valle de las muñecas que fue asesinada cuando su gran momento estaba a punto de llegar. Tate siempre será más recordada por su fatídica muerte a manos de la secta de Charles Manson que por su carrera y, por este motivo, sorprende y se agradece que aparezca en una cinta con un papel más desarrollado. Una de las escenas clave de la película de Tarantino es cuando la joven, interpretada por Margot Robbie, va a una sala para disfrutar en pantalla grande de La mansión de los siete placeres (The Wrecking Crew), el último filme que se estrenó cuando ella aún vivía. Su cara lo dice todo.

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Fuente - Sensacine