La falta de huevos se hace notar en el sur santafesino y varios son los motivos. La muerte de alrededor de cinco millones de gallinas ponedoras durante el verano pasado, la poca cantidad de productores avícolas en relación a la alta demanda y el hecho de que los principales productores de huevos deciden exportarlos a Paraguay obteniendo el doble de rentabilidad. Así lo señaló el productor avícola de la zona de Chovet, Omar Lamarchesina, quien contó que él produce alrededor de cuatro mil huevos diarios que rápidamente son colocados en el mercado del departamento General López, básicamente en la ciudad de Venado Tuerto.
Lamarchesina es un productor agropecuario que desde hace varios años decidió darle valor agregado a lo que genuinamente produce y que es maíz, soja o trigo. Con lo que cosecha de maíz le alcanza, en gran parte, para alimentar a sus miles de gallinas ponedoras que a diario le dan cuatro mil huevos que rápidamente vende en distintas localidades aledañas a su campo. El mismo está ubicado en el distrito de Chovet en el cruce de la ruta 33 con el acceso a Elortondo. Su principal mercado es la ciudad de Venado Tuerto ubicado a unos 30 kilómetros de su granja.
En el departamento General López hay "no muchos más de seis o siete productores de huevos y casi todos están en la misma situación que la mía. No alcanzamos a abastecer la gran demanda que hay en la región. Mi emprendimiento es mediano y producimos alrededor de cuatro mil huevos diarios".
"Lo que sucedió es que con la disparada del dólar los principales abastecedores de huevos de nuestra provincia -productores de Entre Ríos- se decidieron por otro mercado. Allí se produce la mayor cantidad de los huevos para la región. A ellos les conviene más enviar los huevos a Paraguay que abastecernos. Es que por más que tengan 200 o 300 kilómetros de flete, les resulta más rentable exportarlos", contó el "gringo" Larmachesina como lo apodan en la zona.
El maple de 30 huevos cuesta entre 400 y 500 pesos en cualquier mercado o supermercado de la región. "El tema es que los que lo exportan a Paraguay obtienen el doble de lo que podrían venderlo acá en nuestra zona y eso hace que falten huevos. Prefieren enviarlos a Paraguay, básicamente pero también a Uruguay o Brasil. Eso explica la falta de huevos en nuestra zona", añadió Lamarchesina.
El trabajo de Lamarchesina es familiar y en ese pequeño grupo de trabajo se hace todo. Desde la alimentación y cuidado de las gallinas ponedoras, hasta la fabricación del alimento y de la distribución de los cuatro mil huevos diarios. El mismo carga la camioneta todos los días y sale a repartir por la zona. Abastece panaderías, restaurantes, mercados y hasta particulares a quienes los provee en sus domicilios.
En el establecimiento avícola de Omar Lamarchesina se producen alrededor de 4 mil huevos diarios que coloca en el mercado rápidamente.
La soja, ese "yuyo"
Otro de los motivos, aunque en este caso histórico, es la desaparición de las granjas mixtas. Con la llegada masiva del cultivo de soja, -y su alta rentabilidad sumado al poco trabajo que demanda con respecto a lo que es producir huevos, cerdos o carne vacuna-, hizo que muchos colonos que en décadas pasadas vivían en la chacra, hoy vivan en los pueblos cercanos.
Previo a las gallinas ponedoras, el gringo Lamarchesina tenía criadero de cerdos que alimentaba con su propio maíz. Al igual que hace con las gallinas desde hace varios años. El famoso valor agregado. "La soja hizo que muchos dejaran de renegar y se volcarán a ese cultivo que es mucho más sencillo que criar gallinas, vacas o cerdos. Ya casi no existen más las chacras. Antes vos ibas a un campo y había de todo; gallinas, cerdos, vacas que producían leche, árboles frutales, chacinados y todo lo que históricamente se hacía en el campo. Hoy casi que no existe más eso".
Explicó que "basta con recorrer los campos de la zona para recordar que dónde había un pequeño monte, fue arrasado para poder sembrar soja. Es muy triste ver como tumban todo, viejas casas, pequeños montecitos para ganarle campo para la implantación de soja básicamente. Ya casi no quedan casas de campo, la mayoría son taperas abandonadas las que no fueron demolidas para poder sembrar más".
"Esto de criar gallinas, o cerdos o vacas no es lo mismo que sembrar soja y esperar que venga la cosecha a los seis meses. Acá tenemos que laburar todos los días y eso quizás hizo que mucha gente abandonara los campos para irse al pueblo o a las ciudades cercanas. Lamentablemente el gringo de antaño no existe más", remarcó.
El productor avícola de Chovet, Omar Lamarchesina, sostiene que más allá de los vaivenes "el negocio del huevo es rentable" y faltan productores en la zona.
Mano de obra
La mano de obra es otro de los impedimentos ya que no es "fácil conseguirla. Es un trabajo que requiere conocimientos y ganas y muchos no están dispuestos a realizar semejante sacrificio. No es lo mismo criar animales que estar arriba de un tractor con todas las comodidades que tienen hoy en día y trabajar. Por eso cuesta conseguir empleados. Los pocos que hay y que están relacionados al campo, prefieren irse de tractorista o maquinista de una cosechadora a tener que trabajar con animales".
Lamarchesina contó que el negocio es rentable hoy en día aunque también explicó que tiene sus altibajos. "Ahora por ejemplo la gente de Entre Ríos no abastece de huevos al sur santafesino porque prefiere exportarlo. Pero cuando esta ecuación se da vuelta, los entrerrianos te llenan de huevos la región y ahí la demanda no es tan alta como en estos momentos".
Más allá de estas variables, el gringo resaltó que "de todos modos no somos muchos los productores. No llegaremos a los diez en esta amplia zona y tendría que haber varios más para poder abastecer la zona más allá de que en algún momento los entrerrianos volverán a abastecer masivamente la región. El huevo siempre fue así. O faltan o sobran. Hoy está faltando y mañana también va a estar faltando porque es algo muy requerido. Esencial te diría yo y de primera necesidad".
Fuente: La Capital