Las tres grandes problemáticas en la adolescencia en la actualidad son el consumo excesivo de alcohol, el embarazo no planificado y el intento de suicidio. Este último punto encendió las alarmas en las últimas semanas, después de que Unicef presentara un reporte en el que se indica que la tasa de suicidios adolescentes se triplicó en Argentina en las últimas tres décadas. Otro dato alarmante: es la segunda causa de muerte en esa franja etaria después de los accidentes de tránsito. La organización indicó que los suicidios son más frecuentes entre varones, en personas con menor nivel educativo y entre los habitantes de municipios chicos.
No hay un motivo único para este dramático panorama, sino que se trata de un escenario multicausal que culmina en el momento en el que se produce una situación traumática muy concreta que activa el deseo final de materializar el acto de terminar con su vida.
Uno de los principales problemas es que a veces como adultos no pueden identificar la gravedad de la situación, según sostuvo el médico psicoanalista Luis Gratch a PERFIL: “Nosotros tenemos una mayor tolerancia a las problemáticas que afrontan los chicos, como el aislamiento social o el sentimiento de fracaso personal. Para ellos adquiere mayor importancia este tipo de cosas”, explicó.
Para el especialista, hay dos situaciones que son polarizadas y que pueden llevar al adolescente a pensar en el suicidio. Una es la sobreprotección: "Si el chico no fue acostumbrado a manejar las frustraciones y a desarrollar tolerancia a las mismas cualquier dolor psíquico es insuperable y ante una situación vital no sabe afrontarlo", argumentó. El otro es el abandono o las malas experiencias a lo largo de los años. "Las privaciones, inestabilidad familiar o tener una vida con poco contacto afectivo le genera al adolescente la sensación de que lo que le espera va a ser puro sufrimiento y no encuentra un motivo de entusiasmo a su vida, crece con una tristeza y melancolía crónicas", señaló.
“Tenemos una tendencia a creer que una persona se suicida porque su vida carece de sentido, yo pienso lo contrario. Cuando no se tiene sentido vos tenés espacios para darle; pero, si tenés la sensación de que lo único que te espera es sufrir más y peor, ves el suicidio como un alivio”, explicó Gratch.
Por su parte, la psicopedagoga María Zysman señaló a este medio cuatro factores que aumentaron las tendencias al suicidio de los adolescentes:
Sentimiento de soledad. “Hay un corrimiento del adulto, que no está presente de la misma manera que estaba en otra época”, indicó Zysman.
Parámetros más elevados de exigencia. Los chicos tienen una sensación grande de fracaso al compararse con el ideal de ser adolescente. “Ser joven para ellos implica tener que ser de una manera, probar ciertas cosas, saliendo, teniendo un cuerpo determinado, transgrediendo mucho más a lo que se hacía antes y tener un juego sutil con el peligro”, remarcó la experta.
Baja autoestima. El sentimiento de no ser querido y no ser integrado es el que los hace sentir que su vida no vale, algo que es acumulativo. “El bullying es muy precipitador de las cosas. Con un escrache público o situaciones humillantes públicas sienten que la muerte digital o social supone el fin de su vida física. Los adolescentes tienen una sensación del tiempo especial y particular, para ellos solo está el aquí y el ahora, y estas cosa tienen más impacto”, detalló la directora de Libres de Bullying.
Acceso a la información. Internet les permite obtener contenidos, información y ejemplos de formas y metodologías, algo que antes no ocurría.
Otro factor a tener en cuenta esel incremento del consumo de alcohol y de drogas entre los adolescentes, en particular por los efectos que provocan. Las sustancias estimulan la impulsividad, disminuyen las barreras de la represión y exacerban el estado de ánimo en le que el sujeto las consume. Es decir, que si uno está deprimido, beber lo impulsa más hacia el abismo.
Los expertos coinciden en que la consulta con un profesional por parte de los tutores tiene que ser en carácter urgente, no hay que dilatarlo, por más que el chico se niegue o se resista. Considerar un intento de suicidio como un intento de llamar la atención tampoco es aconsejable. “No hay que evitarlo este tema, ni tiene que ser tabú. Hay que preguntar cuánto hace que piensan en ello, por qué motivo y cómo pensaba hacerlo porque lo reprimido no se extingue sino lo contrario, crece y lleva a materialización de una fantasía”, consideró Gratch.
Señales de alarma que advierten sobre el riesgo de suicidio en un adolescente
Aislamiento.
Depresión.
Desinterés (anhedonia).
Cambios en la personalidad.
Insomnio o problemas en el descanso.
Bruscas alteraciones en el estado de ánimo (euforia un día y tristeza profunda al otro).
Dejar de cuidarse y de hacer cosas que le gustaban.
Consumo de sustancias.
Empieza a cometer actividades riesgosas.
Regala objetos personales y se desprende de cosas amadas.
Muestra una situación de desprecio hacia sí mismo y hasta se autolesiona.
Habla acerca del suicidio.
¿Cómo afrontar esta problemática?
Para Zysman, hay que evitar la normalización de ciertas conductas, como el consumo de sustancias o los juegos con el peligro, porque hace que uno no vea el sufrimiento de los chicos. También considera importante poder conectar con los chicos y estar presentes porque si nombran la palabra “suicidio” y “muerte” se tengan las herramientas y la vía para poder indagar sobre qué les pasa.
“Hay que llenar de palabras las relaciones con los hijos, sacar temas de conversación, mirar series juntos o los youtubers con los cuales se identifican porque conocer el mundo virtual de los adolescentes permite encontrar el lugar de acompañamiento y saber cómo acercarse a ellos”, aconsejó la especialista.
Gratch remarcó la necesidad de campañas de prevención: “No hay que comunicar públicamente los suicidios, porque tienen una tendencia al contagio social”. E insistió con que ante la menor aparición de los síntomas “los padres tienen que consultar con especialistas, no dejar pasar ninguno de esas señales y no minimizarlas”.
El suicidio adolescente es un problema de salud pública y las políticas de estado lo tienen que abordar más allá de lo individual. “En la Argentina hay una Ley nacional de prevención del suicidio aprobada en 2015 y no está reglamentada de la misma manera que la Ley de convivencia escolar, si bien está sancionada, hay un gran vacío desde lo legal”, alertó Zysman.
* Si conocés a alguien que necesita ayuda inmediata o puede tener pensamientos suicidas comunicate con el centro de Asistencia Al Suicida (4962-0660).
Fuerte: BDN/FF