El ministro de Interior de Perú, Avelino Guillén, presentó el viernes su renuncia al presidente Pedro Castillo después de varias semanas de controversias con el comandante general de la Policía Nacional, Javier Gallardo, por una serie de nombramientos y bajas en la institución, informaron medios locales.
Guillén expresó su desacuerdo con Gallardo por una serie de bajas y ascensos dentro de la Policía, una polémica a la que se unió el Congreso acusando a Castillo de estar detrás de unas supuestas presiones.
A mediados de enero, Gallardo envío a Guillén una lista con una propuesta de retiro para veinte generales que le fue remitida posteriormente para su modificación, algo que solo hizo parcialmente, según consignó el diario La República y recogió la agencia de noticias Europa Press.
Ante esta situación, Guillén habría pedido la intervención de Castillo, a quien la primera ministra, Mirtha Vásquez, lo habría conminado también a posicionarse en favor de Guillén, algo que finalmente no ocurrió.
Con esta nueva dimisión, que se descuenta que será aceptada por el mandatario, Guillén es el tercer ministro que ocupa la cartera de Interior desde que Castillo asumió hace apenas seis meses.
El primero de ellos fue el ahora titular de Defensa, Juan Carrasco, cuestionado por no haber renunciado a su cargo de fiscal en Lambayeque antes de que asumiera su puesto en el nuevo gabinete.
El segundo fue Luis Barranzuela, quien lideró este ministerio menos de un mes, después de que se hiciera público que contravino las restricciones impuestas por la crisis sanitaria del coronavirus al celebrar una fiesta privada.
Los primeros seis meses de Castillo como mandatario estuvieron lejos de llevar la tranquilidad que el país buscaba con las pasadas elecciones, en el marco de una de las etapas más convulsas de su historia reciente, con cinco presidentes en apenas cuatro años, dejando ya una docena de cambios ministeriales.
A la vez, el gobernante izquierdista tuvo que sortear dificultades extremas, como pedidos de destitución por "incapacidad moral", por parte de una oposición decididamente hostil y decidida a desalojarlo del poder a poco de asumir, tal como lo intentó, y logró, con su antecesor Martín Vizcarra.
