Robert Redford, el icónico actor de Hollywood, falleció a los 89 años en su residencia de Utah, Estados Unidos. Sin embargo, pocos recuerdan que en 1966 decidió tomarse un año sabático y vivir “como hippie” junto a su familia en la sierra de Mijas, en España. Durante seis meses, Redford abandonó la rutina de Hollywood para habitar una casa blanca sin electricidad ni agua corriente, rodeada de naturaleza, donde se dedicó a pintar, caminar descalzo y pasar tiempo con sus hijos lejos del bullicio y la fama.
La decisión de mudarse a Málaga respondió a un momento de incertidumbre personal y profesional. A pesar de su talento y su físico privilegiado, Redford se encontraba frustrado por no haber logrado todavía un papel que lo consolidara en la industria cinematográfica. En lo personal, cargaba con el duelo por la muerte de su madre y la pérdida de su primogénito, además de las dificultades en su matrimonio con Lola Van Wagenen. La escapada a España fue, en palabras de la biografía escrita por Michael Feeney Callan, un intento de reconectar con su familia y consigo mismo.
Redford aprovechó estos meses para disfrutar de la vida sencilla: paseaba por los alrededores en una vieja moto, pintaba los paisajes que lo rodeaban y se mezclaba con los vecinos al hacer compras en los pequeños comercios de Mijas y Fuengirola. Incluso participó de las procesiones de Semana Santa, quedando impactado por la cultura local. Este período de introspección y vida austera fue fundamental para el renacer artístico de Redford, quien a su regreso a Estados Unidos encadenaría una serie de éxitos que lo convertirían en una de las mayores leyendas del cine.


