Grassi vive en Auburn, Alabama, Estados Unidos, y el sábado pasado tuvo la oportunidad de volver a hacer lo que más le gusta, algo que estaba esperando desde hace más de dos meses: nadar.
“Abrieron una pileta en la ciudad, que no conocía, una pileta descubierta muy linda”, relata el argentino y destaca: “Por suerte se va a acomodando todo, volver al agua es una diferencia increíble”.
“Hice un pase por tres meses y nos dejan nadar 30 minutos por día”, cuenta Grassi y explica cómo es su nueva rutina: “Todos los días a las nueve de la mañana ir a nadar un rato y después ir a un gimnasio, que también abrió, probablemente por una hora. Hasta que mi pileta de mi Universidad abra y nos dejen entrenar con mis entrenadores”.
El santafesino, de 23 años, estudia en la Universidad de Auburn desde hace más de tres años y espera poder volver a entrenar en su pileta, aunque por el momento no sabe cuándo podrá hacerlo: “De eso aún nada, sí salieron noticias de que al fútbol y al básquet sí los van a dejar volver de a poco, pero no hablaron todavía nada de mi deporte. Esperemos que para agosto, o antes obviamente, pero no se sabe nada aún”.
Hace un par de días, el olímpico en Río de Janeiro 2016 volvió a tirarse a la pileta y así lo sintió: “El primer día se sentía muy raro, creo que tres semanas había sido lo máximo sin estar en el agua y esta vez fueron 70 días”.
“Se sintió raro, al principio no podía hacer más de 100 metros seguido, tenía que parar, no por cansado, no sé, era como que perdía el ritmo... tenía que parar por 10 segundos y volver a empezar”, admite..
“Esta mañana ya mejor, nadé 400 metros seguidos y por ahora estoy haciendo dos mil metros por día. Todo tranqui, nadar, patear, algunos días vamos a estar haciendo un poco de aeróbico un poquito más fuerte para empezar a volver a entrar en ritmo, pero probablemente esta semana, semana y media, va a ser más que nada para acomodarme”, agrega.