Entre las 12 y las 15 horas del día 2 de mayo, el crucero ARA “General Belgrano”, navegando a 270º (hay publicaciones que sostienen a 280°), efectuó pruebas de detección sonar pasiva de los destructores sobre el crucero, alejados entre 5000 y 8000 yardas del mismo, quedando éstos por la banda de estribor del crucero en formación flexible y con una velocidad inicial de 15 nudos que terminó siendo de 10.
A las 16 horas, el GT 79.3. marcaba a 110º de Punta San Juan (Isla de los Estados), a una distancia de 87 millas, navegando al rumbo 290º, a una velocidad de 10 nudos. En ese momento, el crucero ARA “General Belgrano” fue atacado por el submarino nuclear HMS “Conqueror”, al mando del entonces Comandante Christopher L. Wreford-Brown.
Fue exactamente a las 16:02 horas, cuando el submarino comenzó el ataque lanzando el primer torpedo Mark 8 que impactó en la sala de máquinas, disparado a una distancia de tan sólo 5 km. El segundo impacto fue en la proa, destruyéndola casi por completo. No había opción y la tripulación escuchó a las 16:23 horas la orden de abandonar el buque.
En momentos del ataque, el GT 79.3. se encontraba a más de 30 millas al sud-sudoeste fuera de la zona de exclusión.
Media hora después, el “Belgrano” se hundió en las gélidas aguas australes, dejando a la deriva balsas con hombres que enfrentaron durante casi dos días “Mar 4, visibilidad 500 yardas y viento del noroeste a 30 km/h” (fragmento del SITREP emitido por el ARA “Piedrabuena” en misión de rescate). Las bravías olas dificultaron la supervivencia y posterior rescate de los náufragos, quienes ante cada contingencia superada creían firmemente volver a nacer.
Durante el ataque fallecieron 323 tripulantes y fueron rescatados 770. “No todos fallecieron durante el ataque sino que de sus 1093 tripulantes perdieron la vida 323 por efectos de los impactos, incendios, naufragios o permanencia en el mar en aguas a muy bajas temperaturas”. Extraído de Horacio Rodríguez, Buques de la Armada Argentina, 1970-1996, Buenos Aires, Instituto de Publicaciones Navales, 1997.
Este viernes 2 de mayo se conmemora un trágico aniversario en la historia argentina: el hundimiento del crucero General Belgrano, ocurrido en 1982 durante la Guerra de Malvinas. El buque fue atacado por un submarino inglés, resultando en la muerte de 323 de sus 1.093 tripulantes. El ataque ha sido calificado por algunos como un acto traicionero, dado que el Belgrano se encontraba fuera de la zona de exclusión establecida por el Reino Unido.
Una de las imágenes más impactantes del suceso muestra al capitán Héctor Bonzo y al suboficial Ramón Barrionuevo en el momento del hundimiento. Barrionuevo recordó, en Siempre Juntos, por Cadena 3 Rosario, que Bonzo “no quería saltar” y prefería “irse al fondo del mar con su buque”. Este acto de valentía es considerado un ejemplo de coraje y honor entre los marinos.
Barrionuevo, de 78 años, expresó su emoción al recordar el suceso. “Es un honor que una radio con tanto poder y con tanta historia esté siempre a la par nuestra”, comentó. También mencionó que este año no asistió a la ceremonia en Puerto Belgrano por razones personales, pero valoró la invitación que recibe cada año.
El suboficial, que se retiró hace 27 años, ha sido condecorado por su servicio, aunque reconoció que “tardíamente” se ha comenzado a reconocer a los veteranos de Malvinas. “Hemos estado 43 años olvidados, destratados como militares”, señaló.
Barrionuevo relató cómo, durante el hundimiento, él y Bonzo trabajaron juntos para salvar a sus compañeros. “El buque estaba a 35 grados de inclinación. Las cubiertas estaban llenas de petróleo”, recordó. A pesar de las dificultades, logró ayudar a varios tripulantes a evacuar el barco.
Sobre la decisión británica de atacar el Belgrano, Barrionuevo opinó: “Como viejo marino, considero que todo marino de todos los países tiene ciertas conductas morales de ser respetado”. Criticó la falta de decencia de los británicos, a quienes calificó de “piratas”. Finalmente, el suboficial mencionó la valentía de los jóvenes que participaron en la guerra, a pesar de su escasa preparación. “Es triste que gente grande no supiera llevar al buen camino a través de la paz y la democracia”, concluyó.
