“Vinimos a vivir acá hace más de 12 años. Esto era todo un barrial. Después hicieron el articulado en el barrio, con aporte de los propios vecinos, pero esta parte nunca la hicieron. Debe ser la quinta o sexta vez que vienen funcionarios municipales, toman nota, prometen y después no vuelven”, relató Miguel, uno de los frentistas de Barrio La Esmeralda.
El problema se agrava cada vez que llueve: las calles se inundan y la falta de pavimento convierte la zona en un lodazal. “Pasan la máquina y cada vez sacan más tierra, entonces la calle queda más honda. Y justo después llueve. Vemos vehículos que hacen maniobras arriesgadas para poder pasar”, describió.
Incluso, hace dos meses los vecinos colocaron un pasacalle irónico invitando a conocer la “pileta” en que se transformaba la calle. La situación también afecta a los servicios: los camiones de recolección de residuos empeoran el estado del suelo y el ingreso de ambulancias o remises se vuelve casi imposible.
“Las ambulancias a veces ni entran, la gente tiene que esperar en la esquina. Es muy difícil vivir así”, lamentó Miguel, que asegura que las promesas se repiten en cada campaña electoral pero nunca se concretan en obras.
Los vecinos insisten en que están dispuestos a colaborar económicamente, como lo hicieron en el resto del barrio, pero reclaman una solución definitiva para un problema que lleva más de una década sin respuesta.
