Al término de un Newell’s 1-Platense 0 jugado el 19 de agosto de 1990, en apariencia un partido caído en la papelera de reciclaje de los más de 33.000 que lleva la liga profesional argentina, ocurrió algo atípico: más que enojado por la derrota, el director técnico del equipo perdedor quedó asombrado por la superioridad ejercida por un rival en el que acababa de debutar como entrenador un joven de 35 años desconocido en el ambiente. Su nombre era Marcelo Bielsa.
El resultado, correspondiente a la primera fecha del Apertura 90, quedó estrecho porque Newell’s había merecido golear. Eduardo Anzarda, que dirigía a Platense y tenía más experiencia en el fútbol con un pasado triunfal como jugador, se encontró en los vestuarios con Carlos Picerni, una vieja referencia de Newell’s al que los dirigentes del club rosarino habían puesto de segundo del novel entrenador como una especie de pararrayos, y le preguntó por el colega al que acababa de conocer.
“Mientras mis jugadores se cambiaban le pregunté a Picerni, que había sido compañero mío [justamente en Platense, en 1980 y 1981], qué entrenamientos habían hecho en la pretemporada: estaba impresionado por la dinámica y la presión que Newell’s había ejercido en los 90 minutos -recuerda Anzarda, campeón con Real Madrid en 1972 y figura de Betis entre 1973 y 1980-. Me dijo que Bielsa era un estudioso y que hasta el miércoles no entrenaba al equipo porque prefería mirar videos de los rivales y mejorar la condición de sus jugadores”.
De la nada, como si un volcán entrara en erupción sin aviso, algo grande explotó en aquel partido olvidado del que este martes se cumplen 30 años. Así como Newell’s arrancaba el camino a su consagración en la temporada 90/91, Bielsa también iniciaba su propia leyenda, y no solo porque en su primer año en el banco de suplentes se convertiría en el técnico campeón más joven del fútbol argentino -y porque el estadio en el que se jugó ese 1-0 a Platense pasaría, desde 2009, a llevar su nombre-. El actual entrenador del Leeds de Inglaterra, ya con 65 años y en la recta final de su carrera, se transformaría en uno de los técnicos más influyentes de Argentina. Y aunque volvería a ganar otros tres títulos -el último hace un mes, el ascenso a la Premier League-, es un atípico caso de entrenador que no necesitó ser campeón tantas veces para llegar a la admiración que despierta en sus seguidores.
“Ya se notaba que era diferente, un adelantado. Trabajaba toda la semana sobre el rival y conocía a todos los jugadores contrarios. En esos tiempos no era normal tener videos de todos los equipos y por eso enseguida supe que triunfaría”, recuerda Anzarda, de 70 años, desde Tres Arroyos, en el interior de la pampa bonaerense.
Aquel joven Bielsa, de 35 años recién cumplidos y proveniente de una familia tradicional de Rosario, intentaba cumplir como técnico lo que no había podido como futbolista: fue un defensor de segundas marcas que no superó los cuatro partidos en Newell’s entre 1976 y 1978. “Desde que Marcelo abandonó la casa familiar y su carrera de Ingeniería Agrónoma para dedicarse a jugar nunca me cupo ninguna duda de que al fútbol le dedicaría su vida, ocupando el lugar que ocupase”, escribe su hermano mayor, Rafael Antonio, abogado, escritor y político, excanciller y actual embajador argentino en Chile.
En contraste con un partido que no mereció mayor repercusión en los medios nacionales, Rafael tiene muy presente aquel domingo 19 de agosto de 1990. “No solo detalles: lo recuerdo como si fuera hoy. Ganamos 1-0 con un gol del Tata [Gerardo Martino, hoy entrenador de México] apenas iniciado el segundo tiempo y Marcelo dirigió con una camisa clara a rayas finas salida fuera del pantalón, lo que era un poco herético para la época. Excepto para mí, en mi familia fue un día más. Mi padre (Rafael Pedro, reconocido jurista) jamás fue a ver a Marcelo, ni como jugador ni como técnico, ni en Argentina ni en el exterior”, agrega desde Chile el mayor de los tres Bielsa. La hermana menor, María Eugenia, es ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat del Gobierno argentino.
Bielsa fue un iconoclasta en su debut: incluyó como titulares a muchos de los jugadores jóvenes a los que, como entrenador de las inferiores de Newell’s, primero había detectado en las giras de scouting por el interior de Argentina y luego los había dirigido en Cuarta y Tercera División. Los defensores centrales contra Platense fueron Mauricio Pochettino, entonces de 18 años (subcampeón de la Champions League 2019 como entrenador del Tottenham Hotspurs), y Eduardo Berizzo, de 21 (exentrenador de Sevilla, Celta y Athletic, hoy en la selección de Paraguay).
“A mí me hizo debutar justamente en su primer partido, contra Platense”, recuerda Cristian Ruffini, delantero, entonces de 19 años, desde Santa Fe. “Entré en el segundo tiempo y metí un remate en el palo que pudo haber sido el 2-0. Bielsa ya se mostraba como alguien terriblemente capaz, pero al principio no nos dábamos cuenta de la carrera que haría. Era tan distinto que, antes de los partidos, nos repartía las notas de prensa sobre los rivales: qué habían publicado el diario La Nación o las revistas Sólo Fútbol y El Gráfico sobre su último partido. Si éramos locales, leíamos los artículos en la concentración. Y si nos tocaba de visitante, teníamos que devolverle el informe por escrito en el colectivo a Buenos Aires”.
Uno de los ayudantes históricos de Bielsa, Ariel Palena, recuerda la tensión previa al debut. “Era un partido trascendental. Loco está siempre, pero [ese día] estaba muy nervioso, y no era para menos. Nos preguntaba muchas cosas a los tres guitarreros [de su cuerpo técnico], Picerni, [Raúl] Donsanti y yo”, dice Palena también desde Chile, donde trabaja como preparador físico de Colo Colo.
La crónica del diario La Capital de Rosario del día siguiente rescata “un fútbol a gran velocidad que hasta el momento carece de precisión” y profetiza “un juego que no es bonito pero va a camino a ser efectivo”. En el habitual recuadro de testimonios de protagonistas, Bielsa declaró: “Desperdiciamos bastantes jugadas y me preocupa, así que lo analizaremos en la semana para que no vuelva a repetirse. Estoy bastante conforme, igual. Ahora me voy a ver videos de los dos partidos de hoy, el de Primera y el de Reserva”.
Casi una década atrás, a mitad de camino entre su paso como futbolista y entrenador, Marcelo le había confesado a su hermano mayor cierta frustración: “Estamos cerca de los 30 y todavía no hemos hecho nada”. Aunque Rafael no cree que ese sentimiento haya comenzado a revertirse a partir de aquel debut. ”Cuando uno tiene adentro lo que hace que pueda decir semejante frase, pensará que no ha hecho nada el resto de sus días”, dice desde Chile. Bielsa al menos comenzó a dejar su legado a partir de un triunfo olvidado.
Fuente: El País