La explosión en la central nuclear de Chernóbil, ocurrida en 1986, propagó una nube radiactiva en gran parte de lo que fue la Unión Soviética y que años después conformaría los territorios de Belarús, Ucrania y la Federación de Rusia. El trágico episodio dejó a más de ocho millones de personas de los tres países expuestas a la radiación.
La central, que se construyó junto al extenso cauce del Dniéper y 80 kilómetros al norte de Kiev, se convirtió en un punto estratégico clave en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania. Esto también debido a su cercanía con Bielorrusia, aliado de la potencia oriental que estuvo activamente implicado en la invasión.
Por qué explotó la central nuclear de Chernóbil
El accidente en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin tuvo lugar el 26 de abril de 1986 en el norte de Ucrania, y pasó a la historia como el peor accidente nuclear desde que se comenzó a aprovechar este tipo de energía.
Los responsables de la central no siguieron las medidas de seguridad y el combustible de uranio del reactor se recalentó, provocando una explosión que dispersó elementos radiactivos (plutonio, yodo, estroncio y cesio) que contaminaron un área de 142.000 kilómetros cuadrados en el norte de Ucrania, el sur de Bielorrusia y la región rusa de Briansk.
Los desechos radiactivos se liberaron dado que aquellas centrales no incluían lo que se conoce como "estructura de contención", una cúpula de hormigón diseñada para mantener la radiación dentro de la planta en caso de tal accidente.
Además, los bloques de grafito utilizados como protección se incendiaron a alta temperatura cuando el aire penetró en el núcleo del reactor, lo que contribuyó a la emisión de materiales radiactivos al medio ambiente.
Durante 10 días, el combustible nuclear ardió y liberó a la atmósfera elementos radioactivos que contaminaron, según algunas estimaciones, hasta tres cuartas partes de Europa. Cientos de miles de personas se vieron afectadas por la radiación y más de 350,000 tuvieron que abandonar sus hogares en zonas muy contaminadas.
La explosión inicial le costó la vida a dos trabajadores de la central, mientras que otras 28 personas, entre bomberos y miembros de los servicios de emergencia encargados de la descontaminación, murieron durante los tres primeros meses siguientes a la explosión a causa de enfermedades por radiación aguda. Además, otro trabajador falleció por un paro cardíaco.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un estudio llevado a cabo por un centenar de científicos concluyó que la radiación de Chernóbil podría haber costado la vida a unas 4.000 personas en los primeros 20 años después de la tragedia. Sin embargo, según la misma fuente, a mediados de 2005 el número de muertes atribuible al desastre nuclear no llegaba a los cincuenta casos.
Problemas de salud por el accidente de Chernóbil
Una de las enfermedades más generalizadas entre la población afectada fue el cáncer de tiroides. Poco después del accidente se documentaron hasta 1.800 casos entre niños de entre 0 y 14 años de edad, puesto que la glándula tiroides de los más pequeños es particularmente susceptible al yodo radiactivo.
Los chequeos de salud practicados a los trabajadores encargados de limpiar la central (llamados "liquidadores") no han demostrado la existencia de una correlación directa entre la exposición a la radiación y el aumento de otros casos de cáncer u otras enfermedades.
Por otro lado, están los efectos psicológicos derivados del accidente, que siguen haciendo estragos 33 años después de aquel fatídico suceso, provocando numerosos casos de suicidio, problemas de alcoholismo y casos de depresión. También se han encontrado pruebas que demuestran la asociación entre las elevadas dosis de radiación y la aparición de cataratas.
Fuente: Rosario3