Durante la Cumbre de las Américas que se realizó en Los Ángeles, Alberto Fernández invitó a Joseph Biden a participar de las deliberaciones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que pensaba convocar hacia fines de enero en Buenos Aires.
Esa invitación ejecutada en un discurso diplomático parecía sólo un gesto de buena voluntad del Presidente argentino, asumiendo las complejas relaciones geopolíticas que Estados Unidos mantiene con tres socios claves de la CELAC: Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Pero Alberto Fernández decidió transformar ese discurso protocolar en una invitación oficial, que hace una semana partió desde la Casa Rosada a la Casa Blanca con la mayor reserva diplomática.
“Tengo el agrado de dirigirme a usted a fin de invitarlo, en carácter de invitado especial, a participar de la VII Cumbre de Jefas y Jefas de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tendrá lugar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el día 24 de enero de 2023″, dice al comienzo la invitación formal a la que tuvo acceso Infobae en exclusiva.
Y concluye: “Esperando contar con su distinguida presencia en el citado encuentro, hago propicia la ocasión para reiterarle las seguridades de mi más alta estima”.
Es poco probable que Biden acepte la invitación de Alberto Fernández.
El presidente de Estados Unidos no compartiría un foro regional junto a los dictadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Rechazó que Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega y Nicolás Maduro participasen de la Cumbre de las Américas que se hacía en Los Ángeles, y esa oposición personal e ideológica se mantendrá intacta pese a la convocatoria del presidente argentino.
No hace falta leer a los clásicos de la diplomacia para asumir que Díaz-Canel, Ortega y Maduro aprovecharían la cumbre de la CELAC para montar un numerito que haría las delicias de sus aparatos mediáticos en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Biden sería un blanco móvil de esos regímenes, que desde hace décadas son condenados por Estados Unidos.
La factible ausencia de Biden a la cumbre de la CELAC también tiene ciertas razones vinculadas a la agenda doméstica de la Argentina. La Casa Blanca critica la reunión de Alberto Fernández con Vladimir Putin, su cercanía con Xi Jinping y su actual posición respecto al fallo de la Corte Suprema sobre la Ciudad de Buenos Aires.
Ese mix de relaciones exteriores y política local implica una línea roja que Biden no está dispuesto a cruzar. Estados Unidos observa con mucha cautela la decisión presidencial de iniciar un juicio político a todos los miembros de la Corte, y el líder demócrata no querría aparecer al lado de Alberto Fernández cuando los bloques parlamentarios del Frente de Todos se pintan la cara para avanzar contra el Cuarto Piso del Palacio de Tribunales.
A esta situación de fondo, se agrega un dato coyuntural. Los presidentes de Estados Unidos evitan las reuniones oficiales con jefes de Estado que intentan su reelección. Biden y Alberto Fernández se saludarán en el G20 de la India o en las sesiones ordinarias de las Naciones Unidas, pero por protocolo la Casa Blanca bloquea los cónclaves bilaterales en épocas de comicios generales.
Desde esta perspectiva, no sólo es poco probable que Biden llegue a Buenos Aires para la Cumbre de la CELAC: también sería un acontecimiento inédito que Alberto Fernández ingrese al Salón Oval durante 2023.
El Presidente conoce estas reglas de juego y ya ha quitado dramatismo a los hechos. Decidió cumplir con su palabra ante Biden y lo invitó a la CELAC, y tiene casi descartada la visita oficial a Washington en este año clave para su continuidad en Balcarce 50.
“Cuando necesito a Estados Unidos, Biden está. Y eso es lo más importante”, comentó el Alberto Fernández en la intimidad de Olivos.