“¿Dónde estuviste toda mi vida?” fueron las palabras de Taylor Swift en su primera noche en el Monumental al presenciar la euforia que desata entre los swifties. Se observó un fenómeno que rara vez ocurre, relacionado con una visita internacional o incluso una presentación nacional. Muchas de las seguidoras acamparon durante cinco meses para asegurarse un lugar en primera fila. Organizaron un intercambio masivo de pulseras en referencia a una canción del artista.
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Provenientes de todas las regiones del país y de naciones vecinas, confeccionaron sus propios atuendos y entregaron todo de sí para entonar cada verso.
Dentro de su gira internacional "The Eras Tour", la cantante finalmente hizo su tan esperada llegada al país, generando una anticipación que ha sido difícil de igualar en la memoria reciente. Su inminente llegada fue tema de conversación en todos los ámbitos: en los medios, en las redes sociales, en reuniones familiares y en los lugares de estudio y trabajo. Sin embargo, nadie podía imaginar completamente cómo sería ese tan ansiado debut, hasta la noche pasada.
La espera estuvo impregnada de una mística muy particular, uniendo a las swifties en una serie de rituales, incluso poniendo sobre la mesa la dimensión política de su devoción, basada en la posición de la cantante, totalmente opuesta a la ultraderecha estadounidense personificada en la figura de Donald Trump.
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La organización en grupos para conseguir entradas y luego para asegurar un lugar cercano al escenario, la elaboración masiva de pulseras para intercambiar durante los shows, y la búsqueda, confección y preparación de looks elaborados que representan alguna de las eras de esta artista, son solo algunos aspectos de lo que significó la llegada de la cantautora más importante de la actualidad a Argentina.
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