Los datos son contundentes. De acuerdo con un análisis de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el precio del asado en términos reales se multiplicó casi 5 veces entre enero del 2007 y febrero del 2022, pasando de $4,57/kg a $22,4/kg y evidenciando con ello una suba de 389%. En igual período, el kilo de pollo pasó de $2,3 a $5,7 (+143%), mientras que el pechito de cerdo pasó de $5,3/kg a $15,1/kg (+182,1%). En otras palabras, dentro de Argentina todas las proteínas animales vieron incrementados sus valores reales, aunque esto se presenta en diferentes magnitudes dependiendo del tipo de carne. En consecuencia, podría afirmarse que la carne bovina fue la proteína animal que más vio aumentar sus cotizaciones reales, seguida por el cerdo y luego el pollo.
“Durante mucho tiempo, la demanda de carne bovina en Argentina se caracterizó por tener una baja elasticidad respecto del ingreso. Es decir, la población no variaba en gran cuantía su consumo de carne cuando sus ingresos se contraían. Así, a diferencia de otros consumos alimentarios, como por ejemplo los lácteos, el consumo de carne bovina se independizaba del del nivel de salarios medios. Sin embargo, en la última década se ha advertido un cambio en este sentido, y el consumo de carne bovina tiene una relación más estrecha con el salario”, explican desde la entidad rosarina.
Mientras tanto, en la cadena de ganados y carnes se preguntan hasta donde se podrían trasladar a los precios finales la última suba de la hacienda en pie. Es que el bolsillo del consumidor ya está muy castigado y todo indicaría que continuaría retaceando el consumo o eligiendo otras proteínas animales, como el pollo y el cerdo que muestran menores valores, tal como indica la tendencia.
“Sucede que a este contexto de escasez de hacienda en el que transitamos se suman las expectativas de una creciente presión inflacionaria, que ejercerán presión para sostener estos aumentos. Sin embargo, la demanda parece no tener ya el oxígeno suficiente como para asimilar nuevos ajustes de precios. Ni las carnicerías ni los mostradores tienen margen para hacerlo y menos aún la exportación que, a pesar de los muy buenos valores que siguen pagando los mercados externos, las limitaciones para crecer en volumen producto de las trabas vigentes tornan a las grandes estructuras industriales excesivamente pesadas de sostener. En los últimos seis meses, desde aquella primera corrección fuerte que sufrieron los precios de la hacienda a mediados de octubre del año pasado, tras varios meses de retraso, el avance que han ido registrando las cotizaciones del gordo para consumo -novillitos y vaquillonas- no está pudiendo ser trasladado. De noviembre a marzo, el precio corriente de estas dos categorías que abastecen al mercado interno acumula un aumento promedio del 44%, mientras que el precio promedio de los distintos cortes de carne vacuna seguidos por el IPCVA arroja una suba del 35% para ese mismo período”, indican desde la BCR.
En contraposición el sector exportador continúa compensando la caída de los envíos, a partir de las restricciones impuestas por el Gobierno en mayo del año pasado, gracias a los altos precios internacionales que está pagando el mercado internacional por la carne vacuna.
Las estadísticas del IPCVA revelan que en marzo pasado las ventas al exterior de carne y huesos aumentaron 6% respecto de febrero, aunque fueron 5% menos que las del mismo mes del año anterior. Mientras tanto, el ingreso obtenido fue de u$s292,4 millones de dólares, gracias a un aumento del precio FOB promedio por tonelada para el periodo en cuestión, que fue de 9.620 dólares para los cortes enfriados sin hueso (implica una suba de 25%) y de u$s5.880 para los cortes congelados sin hueso (tuvieron una mejora de 38%).
Fuente: Ámbito