La salud mental de los argentinos atraviesa un momento crítico. Según un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA, dos de cada diez adultos, lo que representa un 19,3% de la población, vieron empeorar su bienestar psicológico en el último tiempo. Este dato subraya el impacto que la prolongada crisis socioeconómica tiene sobre la vida emocional de las personas.
El estudio, que mide los niveles de ansiedad y depresión, indica un leve pero significativo aumento del malestar psicológico en comparación con mediciones anteriores. Los especialistas a cargo de la investigación vinculan directamente este deterioro con el contexto de alta inflación, la inseguridad laboral y la incertidumbre sobre el futuro, factores que generan un estado de alerta y estrés constante en la población.
El informe también detalla los grupos más vulnerables a esta problemática. Los jóvenes y las mujeres presentan los mayores índices de malestar, así como los sectores de clase media-baja y baja, quienes sienten con más fuerza el impacto de la crisis en su vida cotidiana. Entre los síntomas más reportados por los encuestados se encuentran la pérdida de confianza, las dificultades para concentrarse, la sensación de agobio y los problemas para conciliar el sueño.
Los expertos de la UCA advierten que esta situación no solo representa un desafío para el sistema de salud, sino que también tiene consecuencias directas en la cohesión social y la productividad del país. La falta de acceso a servicios de salud mental para una porción significativa de la población agrava aún más el panorama, convirtiendo el bienestar emocional en una de las deudas sociales más urgentes de la Argentina actual.

