La contable Mariia Ponomarenko, de 30 años, de Lviv (Ucrania), grabó a su gato Murem, de seis meses, bebiendo del cuenco de agua del perro.
Cuando la labradora Loona, también de seis meses, se acercó a la gata, Murem se aseguró de que la perra supiera mantener las distancias. La animosidad entre Murem y Loona se produce desde que se juntaron hace dos meses, y la cosa no parece nada alentadora para la pobre perra.
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