Desde que comenzó la pandemia de COVID-19 ha habido un aumento en la infraestructura tecnológica aplicada para investigación científica en busca de respuestas a un problema que ha tenido un impacto global extraordinario. En este tiempo, se probaron medicamentos con diferentes resultados; se aplicaron distintos niveles de restricciones; se apostó fuertemente al rastreo de contactos cercanos de contagiados y a la realización de test serológicos.
No obstante, las pruebas para la detección de los anticuerpos en personas asintomáticas son fundamentales para determinar quién ha contraído el virus y si está inmunizado frente a él. En este proyecto denominado “Fortalecimiento del monitoreo epidemiológico local de COVID-19 en personas asintomáticas para mejorar la red sanitaria de su abordaje”, se involucra un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina y Ciencias Médicas (FCM) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
El estudio está liderado por el Dr. Mg. Miguel Vicco, médico especialista en medicina interna, docente-investigador de la FCM. Tiene como principal objetivo reforzar el sistema de información provincial, obteniendo detalles del comportamiento clínico epidemiológico de la enfermedad para poder brindar información que colabore al control de la transmisión de la misma.
La coordinadora del estudio, Dra. Luz María Rodeles, especialista en medicina interna de la FCM, explicó los alcances y desafíos de esta investigación epidemiológica local.
En qué consiste la prueba ELISA
La pandemia nos ha habituado a leer y escuchar el nombre de varias pruebas de detección para contagios de la COVID-19. Por ejemplo, los PCR y test rápidos. Además de estos test, las basadas en las pruebas ELISA, nombre que hace referencia a las siglas en inglés de ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas.
“Es una prueba serológica que permite detectar la presencia de anticuerpos de tipo IgG en la sangre de personas asintomáticas, con una elevada sensibilidad y especificidad. La presencia de este anticuerpo, quiere decir, que la persona ya ha padecido la enfermedad. Para su determinación, utilizamos el test COVID-AR desarrollado y brindado a nuestro grupo por la Fundación Instituto Leloir (FIL) y Laboratorio Lemos, a través de la colaboración de la Dra. Andrea Gamarnik y el Dr. Marcelo Yanovsky”, explicó Rodeles.
En el muestreo se incluyen a mayores de 18 años, que consultan a los servicios de salud por otros motivos y se los invita a participar voluntariamente en el estudio. Con respecto al procedimiento y la obtención de resultados, la coordinadora explicó: “Se realiza una extracción de aproximadamente 5 ml de sangre venosa. El resultado está disponible a los tres días y se envía de forma confidencial a los voluntarios. Hasta el momento, en una muestra de 400 personas, se observa que un bajo porcentaje evidencia tener resultados positivos”.
El director Vicco aclaró que, al momento de notificar los resultados -en aquellas situaciones que fueran positivas- se invita a los convivientes del caso o a sus contactos estrechos para armar el árbol epidemiológico de distribución de la enfermedad. “Por otra parte, este tipo de estudio nos permite también evaluar los condicionantes de aquellas personas que han cursado la infección sin traducción clínica”, expresó.
El estudio pretende llegar a los 3.000 voluntarios y el equipo está conformado por 10 personas, entre ellos investigadores de la FCM y FBCB, así como también, por otros profesionales de la salud de los centros asistenciales.
“Se está llevando a cabo en diversos puntos de la Ciudad de Santa Fe, en colaboración con el CEMAFE y el Grupo del Sanatorio Diagnóstico”, precisó la investigadora y continuó: “Si bien desde el CEMAFE y distintas dependencias del Sanatorio Diagnóstico se tiene una referencia de personas que vienen de diferentes puntos de la ciudad -centro y norte-, estamos viendo las posibilidades de sumar otros centros asistenciales para cubrir también lo que es el noroeste”.
Base importante para futuras investigaciones
“En lo que respecta al financiamiento, el proyecto empezó hace relativamente poco. Sin embargo, desde hace dos meses estamos trabajando en la gestión de los reactivos y las primeras determinaciones”, recordó Rodeles.
Anteriormente el equipo que coordina Rodeles, ha venido trabajando en inmunología en la enfermedad de Chagas.
Como consecuencia de la pandemia, el grupo presenta una propuesta para transferir técnicas y conocimientos, adquiridos en diagnóstico de la enfermedad, al fortalecimiento de capacidad diagnóstica para COVID-19. “Poder brindar información es uno de los objetivos para contribuir a la claridad de la situación epidemiológica. Además, permitirá detectar aquellos casos positivos, así como realizar el seguimiento de sus contactos, identificando también potenciales donantes de plasma para los proyectos que se están llevando adelante en nación y la provincia que apuntan a ofrecer este tratamiento a las personas que cursan formas graves de la infección. Por otro lado, nos parece importante destacar que es un trabajo colaborativo, de vinculación, entre instituciones tanto públicas como privadas, del ámbito científico-académico y asistencial”, detalló la coordinadora.
Este estudio clínico epidemiológico, ha sido seleccionado dentro de las 20 propuestas que se gestionaron desde el CETRI Litoral de la Secretaría de Vinculación y Transferencia Tecnológica y se presentaron en la Convocatoria del Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología COVID-19. La misma pertenece al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación en conjunto con el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología.
Fuente: Prensa UNL