a búsqueda de la felicidad todavía es uno de los asuntos más preocupantes del momento. Bienestar y tranquilidad es lo único que piden muchos españoles. Aun así, hay quienes se refugian detrás del consumismo. Todos los expertos en esta materia están de acuerdo y coinciden. Ni el dinero ni tener un coche más caro nos dará la verdadera felicidad y esto es precisamente lo que ha lamentado durante años el filósofo polaco Zygmunt Bauman.
La felicidad no se compra: se encuentra en los detalles más simples del día a día.
La felicidad es mucho más que conseguir un buen puesto en una empresa o el coche de nuestros sueños. Es cierto que cumplir metas y tachar logros importa, pero no lo es todo. De hecho, tampoco es un sinónimo de felicidad sino más bien una especie de gratitud instantánea y temporal. En cambio, el mayor estado de bienestar conocido como felicidad perdura en el tiempo. Lejos de todo aquello que podemos comprar con dinero, se consigue mediante elementos realmente sencillos que, prácticamente, todos tenemos a nuestro alcance.
El calor de las personas, el acercamiento familiar o el cariño de una pareja. Son solo algunas de las claves de la felicidad que ha esclarecido el mayor estudio en esta materia elaborado por la Universidad de Harvard. Todos los expertos coinciden y nunca viene mal recordarlo dos veces. “Hay muchas formas de ser feliz, y algunas que ni siquiera probaré. Pero sé que, sea cual sea tu rol en la sociedad actual, todas las ideas de felicidad acaban en una tienda”, es una de las reflexiones más importantes que compartió el filósofo Zygmunt Bauman con ‘El Mundo’. Y tenía razón.
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Muchos creen que son incapaces de alcanzar la felicidad si no se sienten realizados en su trabajo o no consiguen la casa de sus sueños porque el dinero no les alcanza. Sin embargo, es un grave error. La verdadera felicidad no está ligada únicamente al mérito ni a nuestra economía, aunque es cierto que son elementos que pueden influir sobre nuestro estado de ánimo.
“Al ir a las tiendas a comprar felicidad nos olvidamos de otras formas de ser felices, como trabajar juntos, meditar o estudiar”, lamentaba el mismo experto. Con todo ello, dejó claro antes de morir a los 92 años que la felicidad no se compra. Además, el sociólogo quiso reivindicar que tampo
co hay que perseguirla. Es precisamente la incansable búsqueda de la felicidad la que también nos provoca infelicidad y nos impide conectar con aquello que sí merece la pena.
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Así lo avala también la ciencia. Los pequeños detalles importan más de lo que creemos y actividades tan simples como leer, hacer deporte, dibujar o cantar estimulan nuestra felicidad a través de la dopamina y la oxitocina. Sin embargo, estos son los hábitos que cada vez se pierden más entre el uso de las pantallas y dispositivos digitales. Por este motivo, Zygmunt Bauman tenía claro que hemos olvidado cómo ser felices.
Los pequeños placeres nos hacen verdaderamente feliz
Algo tan simple como conectar con la naturaleza bajo el sol es otra de las actividades que nos hace felices sin apenas darnos cuenta y nuestros niveles de serotonina no mienten. Desconectar para reconectar con nuestro entorno es una de las mayores claves. Los expertos que han participado en el mayor estudio sobre felicidad elaborado por la Universidad de Harvard consideran que pasar tiempo de calidad con los nuestros y querer a los demás también suma.
Un pequeño gesto de afecto puede marcar la diferencia no solo sobre la vida del otro sino también sobre la nuestra. La ciencia también ha demostrado que ser respetuosos y empáticos tiene grandes beneficios sobre nuestro bienestar y emociones. El secreto de la verdadera felicidad no tiene más misterio. No se puede comprar ni perseguir. Se trata de disfrutar de los pequeños placeres en compañía y evitar la soledad a toda costa. Si cumplimos con todas estas metas sin obsesionarnos, seguramente seremos un poco más felices.

