Con esta habilitación oficial, el “ciclador automático de resucitador” para enfermos de Covid-19 podrá producirse en Santa Fe y se comercializará y distribuirá en todo el territorio nacional.
El aparato aprobado automatiza el proceso manual de ventilar un paciente intubado con un resucitador y además, cuenta con la ventaja de ser de fácil manejo y no requerir de aire comprimido, característica muy importante para su uso en instalaciones de campaña o recursos de gases medicinales limitados, indicaron las fuentes.
El desafío de la iniciativa fue lograr un producto de rápida fabricación local y con insumos casi en su totalidad de industria nacional y con estándares de uso sanitario.
La secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación, Marina Baima sostuvo que “es vital que apoyemos este tipo de desarrollos tecnológicos para demandas específicas, estratégicas y con fuerte impacto en los grandes desafíos que tenemos en este nuevo contexto” y remarcó que “esto demuestra el éxito de nuestros científicos y emprendedores”, sostuvo.
El proyecto contó con el apoyo de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación del Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología, que fue crucial para la realización de ensayos avanzados sobre el respirador y acceder al financiamiento que permitió la compra de insumos y equipos de calibración para la ejecución del proyecto.
Durante su desarrollo, se hizo foco en apoyar la investigación a través de la vinculación institucional tanto a nivel local como en diálogo con vicepresidencia de Asuntos Tecnológicos del Conicet, con Fabricaciones Militares a través de una visita técnica y recomendaciones, así como diversos centros de investigación de otras provincias para compartir experiencias.
Cabe recordar que en los primeros meses de la pandemia de coronavirus y ante la falta de insumos necesarios para poder atender a los infectados en estado crítico, la UBA desarrolló un dispositivo para ampliar las capacidades de los respiradores mecánicos y permitir la ventilación simultánea de dos pacientes diseñado por el Laboratorio de Fluidodinámica (LFD) de la Facultad de Ingeniería.
La prueba se realizó en el edificio de Ciencias Veterinarias de esta casa de estudios y para la ocasión, el decano de esa Facultad, Alejo Pérez Carrera, convocó a la cátedra de Anestesiología y Algiología, que está a cargo del doctor Pablo Otero, para participar de esta iniciativa que el director del LFD, Guillermo Artana, bautizó como Ampliación de la Capacidad del Respirador Artificial (ACRA).
Los equipos de la UBA lograron concluir las tres fases inicialmente planificadas “en menos de seis semanas de intenso trabajo”, las cuales se basaron “en el diseño, la operatividad y la compatibilidad del dispositivo”; los ensayos del mismo, “que fueron efectuados en complejos simuladores capaces de reproducir diferentes patologías, inclusive la producida por el COViD-19”, y las pruebas biológicas, “que sumaron toda la complejidad a la que deberá ser expuesto” el aparato “de tener que emplearse”.
Fuente: Infobae